Directo al cielo.
Delicioso, dulce, fuerte, inspirador… capaz de calmarnos y elevarnos al mismísimo cielo
«There’s naught, no doubt, so much the spirit calms as rum and true religion», Lord Byron.
Fueron los viajes de Colón los que llevaron la caña de azúcar al nuevo continente, a aquellas indias recién descubiertas, y aún antes a Canarias. En estos territorios se convirtió el cultivo de caña de azúcar en algo provechoso, pero hasta el siglo XVII no se empezaría a destilar la melaza, esa miel fina de la caña de azúcar, para obtener un licor al que se le daría el nombre de ron.
El ron se convertiría rápidamente en una bebida preciada entre los navegantes y así en una bebida de bucaneros, de piratas, de aventureros, una bebida de mar, de viajes, de caribe, de verano, de buen tiempo. Delicioso, dulce, fuerte, inspirador… o al menos así para el perfumista Sidonie Lancesseur que toma del ron la nota provocadora del calor isleño del caribe para crear un perfume misterioso, cálido, profundo -con pachuli, nuez moscada, maderas de cedro y palisandro- capaz de transportarnos, de llevarnos directamente al cielo.
Si Lord Byron hubiera conocido «Straight to Heaven» de Kilian a buen seguro también le hubiera dedicado unas palabras y unos versos a su elevado efecto…