Con nocturnidad y alevosía.

La nueva fragancia de Chanel Coco Noir desvela su poder progresivamente.

Decía Gabrielle Chanel: “Antes que yo, nadie se atrevía a vestir de negro”.  Fascinante como ningún otro color, el negro es poderoso y magnético, radical y singular. Como lo es Coco Noir, la nueva fragancia de la maison Chanel, un jugo barroco y adictivo que viene impregnado de nocturnidad.

Y así hay que usarlo, con nocturnidad y alevosía, sabiendo que la fórmula desvela su poder progresivamente. La noche en la que se ha inspirado el nariz Jacques Polge, es la veneciana, la misma que consoló a Cocó su desconsuelo por la pérdida de Boy Capel, el único hombre al que había amado. Venecia, una ciudad llena de promesas, impartió a Gabrielle la lección de estilo más decisiva de su vida: la afectación está de más. La luna, las estrellas, las aguas, la luz y el misterio, el arte bizantino o los arabescos inspiraron en ella la necesidad de equilibrio, la solución correcta a una ecuación que combina oscuridad y brillo, profusión y comedimento.

El frasco, de fachada aristocrática como la de un palacio veneciano, envasa una receta compuesta por pomelo y bergamota, y rosa, jazmín, geranio y narcisos, combinados con la vainilla, el sándalo o el incienso. En esencia, lujosa simplicidad.

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