Un collage de sensaciones que juegan con nuestro olfato. Una versión surrealista en donde las canciones y películas se convierten en perfumes. Una línea de impulsos oníricos transformados en las 10 nuevas fragancias Prada Olfactories.
Un estímulo visual, auditivo y olfativo embotellado para darle la personalidad que quieras. Porque los Olfactories son así. Un exterior muy similar, apenas diferenciado por su nombre y el sutil matiz de sus colores. No expresan más que la sofisticación sobria de Prada. Sin embargo, cada botella está esperando ser descubierta. Es como reconstruir aromas a partir de los recuerdos propios, buscando un significado futuro. Pócimas olfativas para resolver el enigma de nariz.
Diez juegos de sensaciones que tratan de ser algo. Un ambiente surrealista, ese segundo en que el sueño termina y comienza el día en esa especie de limbo de tiempo en que no sabes ni qué día es, ni dónde estás.
La campaña representa justamente eso, el collage que nos aparece en sueños, que se dibuja a partir de las sensaciones, de imágenes, de presentimientos… donde la memoria juega a creerlo y dudarlo. Un sí, pero no. La contradicción de ser algo… sin tener muy claro qué.
Esa confusión surrealista que toma la iniciativa y te hace sentir como dentro de una obra de Dalí, yuxtaposición de elementos y texturas para describir una sensación. ¿Lo has vivido? ¿te estarán traicionando los recuerdos y las ganas de que haya sido real?
Una campaña en donde nada es literal, sino que busca terminar de formarse en la mente hechizada por los 10impulsos oníricos transformados en las nuevas fragancias Prada Olfactories.
Una magnífica campaña creada por Prada que habla de sensaciones sin siquiera mencionar la composición de las fragancias. Como un secreto. El de esos sueños fuertes, de esos que insisten en aparecer en cuanto cierras los ojos.
Va de aventuras en altamar. De esa sensación frenética de libertad, de atreverse al viaje sin rumbo, más que el deseo. La sensación de viento en la cara, la noche profunda y el claro de luna iluminando las olas. Y los azules y negros tempestuosos que dan brillos plateados. Hasta que llega el alba y la calma regresa, pero en la memoria… lo vivido se expande.
Está basada en la mítica fragancia Iris de Prada, pero esta vez se eleva, trasciende y lo que comenzó como raíces profundas, se vuelve sublime en el recuerdo. Hojas perennes que se transforman en flores y regresan, exóticas, convertidas en explosiones de colores.
Lo dorado, candente, atardeceres de colores furiosos y contrastantes. Las notas cítricas de las naranjas que se mezclan con febo para ser metal precioso.
Y de repente el recuerdo es todo lo que nos queda. Es esa mirada que se nos clava. Esos besos que aún en la distancia nos hacen vibrar.
Es el carmín como arma y la vainilla como estrategia. El no saber qué es real y qué es lo inventando por las ansias. Es lo femenino, pero también lo opuesto.
Dos que se juntan, se mezclan, se conjugan. Se recuerdan, palpan y reviven. No se tienen, pero se pertenecen. Y basta una chispa fugaz para que se encienda lo deseado.
Ese punto en el que el pasado es más presente. Un equilibrio que comienza en una historia y perdura, inmóvil, en el ámbar. Y el hoy que trata de deducir lo anterior. Y para comprenderlo lo busca, observa… y lo recrea.
Rotundidad, solidez y romanticismo. Un café intenso, un hotel de estética recargada. Una aventura. Y en el medio, lo natural y efímero se cuela entre la belleza del momento. Es como un códice en las manos ansiosas por devorarlo. Ese momento de inspiración sólida que se convierte en arte.
Caribe. Atardecer tórrido, la humedad, la exuberancia de las hojas, los colores intensos. Las risas nerviosas esperando desvelar el secreto de la noche que comienza al abrir la puerta del hotel. La memoria de las flores tropicales y ese dulzor especial, empalagoso y a la vez… esas necesidad de olerlo una vez más.
Contrastes y necesidad de brillar. Es lo natural en colores saturados. Es Tokio y sus luces. Y el diseño estético y a la vez cautivantemente rosa intenso Es la naturaleza robada convertida en sintética forma. Es la inocencia y la sabiduría de ocultarlo en el momento indicado.
