Último.

Érase una vez un día como otro cualquiera y la vez diferente porque era, en realidad, el último del año.

Miró el calendario y sonrió preguntándose si el hecho de que la semana, el mes, y el año terminaran el mismo día a la misma hora significaría algo, si sería sólo una más de las casualidades que a veces suceden o una coincidencia debida a la lógica evolución del calendario al ritmo de las vueltas de la tierra sobre sí misma y alrededor del sol. Sea como fuere, aquel domingo era el último día de la semana, del mes y del año, era un día de puntos y finales, de balances y resúmenes, de propósitos de año nuevo y también de sueños recurrentes.

Se reprochó los mismos errores que el año anterior y el anterior y el anterior… y se hizo las mismas promesas que el año anterior y el anterior y el anterior… Se repitió los propósitos de año nuevo de cada año que cada año llegaban al 31 de dicembre sin cumplir y fantaseó con los mismos sueños, con los de cada año y los de cada década, con los de toda una vida. Rompió el papel en el que hilaba su balance y se preparó un café doble, bien cargado, para tratar de digerir la frustración, la indignación y el profundo cabreo consigo misma que le corría por las venas, el mismo que demostraba el rostro descompuesto del protagonista de aquella célebre película en el que cada día era, una y otra vez, el día de la marmota.

No cabe hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes y tampoco cabía ya soñar aventuras que se demostraban imposibles año tras año… la cuestión que rebotaba en su cabeza era en el fondo sencilla ¿eran de verdad aventuras imposibles o era su constancia y su persistencia en lo mismo y de los mismos modos lo que la abocaba a la imposibilidad de convertir sus sueños en vida?.

No tenía la respuesta, no era bruja ni maga, no tenía bola de cristal ni sabía leer los posos del café que acababa de prepararse, tenía pasión y también intuición pero un manto de cansancio lo cubría todo, le nublaba la vista y la abocaba de seguir el camino de siempre, dando los mismos pasos al mismo ritmo para llegar al mismo lugar, en un momento posterior pero con los mismos resultados… ¿Estaría en un círculo vicioso? cabía que así fuera y el mero hecho de intuirlo le permitió vislumbrar un nuevo camino.

Era pecado tener un sueño y no tratar de cumplirlo y era pecado rendirse sin haberlo intentado todo, pero también sabía que ese ‘todo’ no significaba hacer 1000 veces la misma cosa sino 1000 cosas diferentes, sino más, para tocar el cielo con las manos, que eso era en realidad cumplir un sueño.

Y así llegó a un propósito de año nuevo que no había estado entre los del año anterior, ni el anterior, ni el anterior… trataría de cumplir sus sueños, sí, pero de otro modo y de otras maneras, haría lo que fuera necesario y lo necesario el último día del año era hacerse una promesa de obligado cumplimiento: hacer cualquier cosa… salvo las cosas que ya había hecho, no valía ya repetirse ni insistirse, ya sólo valía triunfar o cambiar el destino.



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La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

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