Un paseo por el mundo.
"Él llegó a Singapur con la tranquilidad propia de quien ha disfrutado el viaje … y tomado decisiones..."
Él llegó a Singapur con la tranquilidad propia de quien ha disfrutado el viaje … y tomado decisiones; tenía su vuelo de vuelta a Europa para ese mismo día pero hay propuestas a las que uno no puede decir que no; y él jamás decía que no cuando le proponían una ponencia para hablar de África, de cómo otro mundo es posible, de cómo no es cuestión de poder o querer, como muchos dicen, sino de que el poder quiera o de hacer querer al poder … Y allí estaba, calzando los únicos vaqueros que le quedaban más o menos presentables y llenando las horas con distintas creaciones en su neocube antes de tomar un vuelo nocturno a Macao, donde le habían prometido una exclusiva tumbona con vistas únicas en un rincón veneciano de Asia, antes de enfrentarse a su audiencia, un pequeño y selecto grupo de empresarios.
En el parsimonioso y continuo girar del mundo, mientras alrededor del mar de China dormían, o veían pasar las horas a la espera de un vuelo, en Madrid se preparaban para cenar …
Todo estaba preparado para la cena de amigos que serviría para inaugurar, con cierto retraso, su nuevo hogar; esperaba que esa celebración le ayudara a sentirse en casa en el pequeño apartamento porque, en realidad, seguía sintiéndose extraña a ratos incluso en sí misma; con una botella de agua en sus manos de manicura perfecta, recorrió cada rincón asegurándose de que todo estaba como debía estar, especialmente sus últimas adquisiciones, unos tiestos muy verdes que colocó junto a la galería del salón y una estilizada lámpara de pie en el rincón opuesto; la mesa esperaba la llegada, por amistad personal, de un menú especial: un paseo por Shangai; los modernos candelabros encendidos sobre una mantelería perfecta y junto a ellos un vino blanco exclusivo en hielo para regar tan selecto menú; sobre la mesa auxiliar los ingredientes para degustar un trago sofisticado o un martini agitado antes de la cena. Se acercó a la galería para disfrutar de los últimos rayos de sol del día … y se preguntó cuánto tiempo y cuánto esfuerzo le costaría rehacerse del todo al punto de sentirse de nuevo feliz en cada instante, como antaño …
Desde la tumbona con vistas únicas él miró por enésima vez el reloj y calculó que a esas horas, de no haber sucedido el cambio de itinerario, estaría ya en Madrid convirtiendo en hechos las decisiones tomadas mientras cruzaba la península Malaya … Tan sólo se trataba de un retraso de un par de días pero, para alguien como él, puro ímpetu, pura pasión … un retraso así era casi una traición a sí mismo; por eso decidió dejar de pensar y ser la única versión de sí mismo que conocía, sacó el iphone de la mochila y la buscó en la agenda …