Ser humano.
...y poblamos el mundo de egoístas que se mienten cada día para sobrevivir porque en realidad son siempre y sin remedio infelices.
Ella escribía, en su vaio y acomodada en su nuevo sillón, tan abstraída en sus pensamientos y en los mensajes que iba hilando, que ni tan siquiera se percató de que él leía por encima de su hombro…
«Parece en ocasiones que estamos hechos para la supervivencia, que sabemos asirnos al mundo con la fuerza y el empeño que nace de sentir la fragilidad de la vida, del miedo a perderla… y cuando ese miedo se diluye, cuando no sentimos lo delicado de nuestra existencia porque ésta no se ve amenazada, la fuerza y empeño o bien se pierden sin remedio… o no sabemos a qué ni cómo dedicarlos. Convertimos la vida en un absurdo y arañamos y peleamos por un ascenso o por un euro como otros luchan por cada bocanada de aire que respiran, por sobrevivir. Olvidamos nuestro ser humanos y buenos, nos zambullimos en la equivocada sensación de que vivir es luchar, matar o morir… como si nuestra existencia estuviese amenazada por cada alma viviente que respira y vive. Y dejamos nacer y crecer a nuestro peor yo, el que no es individuo sino sólo ego y ombligo, que no escucha y no ve, no siente ni padece… sólo lucha y agrede, y poblamos el mundo de egoístas que se mienten cada día para sobrevivir porque en realidad son siempre y sin remedio infelices.»
«Pero… otro mundo es posible» – afirmó él arrancándola de sus pensamientos y escritos – sólo si lo hacemos posible – sentenció ella sin dudas ni titubeos, afirmación a la que él se rindió sin restistencia alguna y con absoluta confianza en su certeza. Abandonó un beso en sus labios con fingido descuido y se marchó a la cocina con la intención de preparar un café para dos… acompañándolo en su platillo con un bombón de frambuesa y chocolate.
Ella lo vio alejarse y se sintió un poco Lauren… ‘el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos‘. Encendió la lamparita de mesa y volvió a su texto, aquel ensayo sobre el ser humano que había ido dejando un día tras otro para el día siguiente y que era ya entonces un quehacer ineludible.
Los malos no son el problema, nunca lo han sido porque siempre han sido pocos y cobardes… el miedo y las gentes grises que forman masas informes que caminan sin sentido por el sendero marcado, son el peligro… porque en ellas habitan quienes, incapaces de brillar y lucir en color por si mismos y su talento, degradan más y más el gris que los rodea para lucir a plata aun sin ser más que cartón piedra. Y cuando toleramos a esos pequeños hombres grises que se sienten inmensos, como si viviesen entre espejos cóncavos, pecamos… porque ‘la tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad’.
¿Puedo ofrecerte un final? – preguntó él ofreciéndole café, chocolate y frambuesa a cambio de su vaio por un rato, ella le cedió entonces su lugar, sabiendo que le aguardaba una gran dosis de pasión por la vida contenida en unas letras…
Y por eso vive, ama, ríe, llora… perfúmate; degusta y saborea cada trago de la vida, incluso los amargos, presume de ti, de tu ser y tu talento, vístete de colores de primavera y verano, luce feliz compartiendo risa, conéctate a la vida y a mí, a él, a ella, a ellos, al mundo… rueda y viaja, no te detengas, no frenes, no pares, no te bajes del mundo aunque a ratos te agote, mira a tu alrededor, observa y escucha, sobre todo ♫ escucha… Funda cada día el club de la gente que vive porque hoy, como en los días de Wallace, ‘todos los hombres mueren, pero en realidad no todos viven’; y deja que la masa gris te vea así, de colores, conviértete en la idea que les falta… en el cambio que predicaba Gandhi, ese que quieres ver en el mundo y hazlo por una sola razón… porque Life Looks Good.