Nostalgia.

Cuando la nostalgia se impone, gana lo pasado sobre lo presente y el futuro se desdibuja...

La pereza se difuminó en el aire en cuanto recordó su compra de última hora la tarde anterior… Saltó de la cama con cierta alegría y se encaminó a la cocina donde, tras poner la cafetera italiana al fuego para oír su silbido en breve tiempo y comenzar a disfrutar el café por su aroma, rompió el envoltorio de un panetone artesano y se dispuso a cortar un pedazo, cabe que dos.

Ya al primer bocado de aquel dulce tan de Navidad una sonrisa involuntaria se instaló en su rostro, aquella textura y aquel sabor la reconfortaban; sentía como los pequeños trozos de frutas alegraban la textura de aquel bollo y complementaban su sabor de modo perfecto, dándole notas frescas y deliciosas a las que la harina, el huevo y el azúcar nunca hubieran llegado solos.

Mientras disfrutaba de aquel desayuno de domingo y casi de Navidad su mente comenzó a divagar, cosa que solía hacer más a menudo de lo que le gustaría pero que, en aquella ocasión, era un paseo tan imaginario como inevitable;y es que eran las sensaciones que disfrutaba en su boca las que la llevaban a otros tiempos y lugares de su vida.

Viajó hacia los panetones de su niñez y de ahí a sus Papá Noeles y a sus cabalgatas de Reyes, a sus primeras 12 uvas, su primer brindis de Nochebuena y su primer traje de fiesta de Año Viejo; en su viaje descubrió a gente a la que ya nunca podría volver a abrazar y otra con la que pronto sensentaría a la mesa, sintió la emoción de antaño en contraposición con el desengaño actual y de dio cuenta entonces del origen de su disgusto navideño…

No era cuestión de cansancio ni de edad, tampoco de falta de ilusión ni de sueños, era la nostalgia, esa compañera silenciosa que decía no llamarse tristeza aun cuando en su sentido último eran la misma cosa.

Se aleccionó a sí misma mientras se concedía un tercer trozo de panetone comprometiéndose además a una hora extra de ejercicio para compensar el exceso, cuando la nostalgia se impone, gana lo pasado sobre lo presente y el futuro se desdibuja en esa batalla porque nadie rendido a la nostalgia alimenta sus sueños ni camina para hacerlos ciertos. Ese era motivo más que suficiente para desechar nostalgias y abrazar sonrisas pero, además, no era un asunto complejo ni una batalla difícil de ganar, sólo se trataba de iluminar lo bello y lo útil de su vida, así la nostalgia quedaría en las sombras del olvido y las risas se harían dueñas de su rostro mientras su futuro se dibujaba a mano alzada y tomaba colores de una caja de acuarelas.

Se despidió de sus fantasmas al aroma del café y el sabor del panetone, tarareó un villancico y comenzó a escribir su carta a los Reyes Magos…



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