Naranja y chocolate.
Sería la astenia otoñal, ese sol a destiempo o los albores del invierno ...
Sería la astenia otoñal, ese sol a destiempo o los albores del invierno … pero estaba su sentir revuelto y enfadado con el mundo; se enfrentó en el espejo a su mirar sin ver y decidió que no era momento de escucharse ni hablarse, sólo de sentirse y darse el gusto, así que se dejó abrazar por Deha y Nike y se lanzó a la calle, a sentir el aire fresco de un octubre extraño en su piel y hacer una compra a la medida de su disgusto: frambuesas glaseadas, naranja y chocolate, pistacho y fresas, yogurt con frutas del bosque …
Eligió tartaleta tras tartaleta en su versión shot, cada una en un chupito; sólo ver la espectacular bandeja llena de colores felices y vivos, aromas dulces y agradables, texturas frescas y sorprendentes, sabores deliciosamente evocadores … una mueca queriendo ser sonrisa se dibujó en sus labios.
Por supuesto se negó a pensar en las consecuencias de aquel atracón … le tocaría jugar a las 100 mentiras porque aquello podría esconderlo Promise pero no quería verse ella con él en Cornualles y con sus excesos … claro que también le quedaría la opción de convertirse en una perfecta Scarlet en un corsé.
Alivió su mala conciencia revisando la pequeña guía de viajes de su querido Madrid, aquella que le mostraba lugares perdidos, tan lejos y a la vez tan cerca de los grandes imperdibles de la urbe … trazando estaba la ruta para el día siguiente cuando sonó la suave melodía con la que su iphone le advertía que él la buscaba …
E iniciaron, como adolescentes trasnochados, un intercambio continuo y constante de bromas y cariños … él desde su rincón de África, ella recostada en un suelo hilado de papel y algodón … él confesando que esa noche no habría visitas inesperadas y sorprendentes y ella su atracón de rellenos y coberturas …
Era viernes … quedaron a las 23.00 en Loff.it … y para cuando él quiso saber si estaba ella dispuesta a pasar de la pasión a la acción, ya había ella localizado un vuelo a Adis Abbeba … y lo confesó desde el taxi que la llevaba al aeropuerto – ¿acaso pensaba él que era el único capaz de hacer locuras? – se preguntaba tratando de sentirse ofendida sin lograrlo, era demasiado agradable la sensación de sorprenderlo …
Pero él no estaba sorprendido, ya no … la sabía apasionada y el tiempo que llevaban amándose de lejos, de cerca sólo a ratos, se había dado cuenta de que era ella quien había olvidado sus propias pasiones … las había perdido entre las suyas, entre otros anhelos y otros sueños …
Se hizo acompañar por Diana Krall esperando el momento de abrazarla de nuevo, de tomarse unos tragos juntos, de sí mismos, el momento de pedirle que no volviera a marcharse nunca de su lado y de su vida … o que fuera donde quiera que sus pasos la llevaran, no dejara nunca de llevarlo consigo …