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La belleza.

Nada hay más bello que la libertad...

Paseó su mano sobre el mueble bar al que habían hecho un hueco en el salita, dio un paso atrás sin dejar de admirar su nueva adquisición y, finalmente, se sentó junto a ella en el sofá –adoro lo bello– dijo. Ella sonrió… se acercó al stereo y los acordes de un bello bolero llenaron la habitación.

*La belleza es tan fuerte
La belleza es tan alta

Por esa querencia tuya a la belleza te han caído encima los apelativos más feos que recuerdo– comentó ella viajando en el tiempo y en su vida al ritmo de aquel sonido tan evocador y envolvente –lo sé, lo sé– confirmó élpero eso es sólo porque hay gente que no ve la belleza, no la conoce ni la entiende, no la mira, se confunde a sus ojos con la perfección y con el valor que quieran ponerle, se encorseta en los cánones que alguien define en cada momento del mundo y queda a muchos ojos, a demasiados, oculta-.

*tan escasa que algunos
nuncan logran hallarla

Deberían enseñarnos desde pequeños a admirar la belleza, a sentirla y a cuidarla, a compartirla y repartirla… e incluso a crearla– propuso ella, pero él discrepó sin miramiento alguno –no creo que sea necesario, basta con dejar hacer y sentir, con no teledirigir a los niños como si fuesen programas cumpliendo un itinerario… tenemos predisposición a crear belleza porque no hay nada más bello que la libertad, pero se coharta desde tan pronto– se lamentó él, a lo que ella respondió con una chufla tan impropia de su dulzura habitual como propia hubiera sido del apasionado espíritu de él –bueno, siempre puedes advertírselo a Wert, creo que anda ahora ahí con una ley que…– un cojín se dirigía directo a su cabeza, pero se tiró del sofá a la alfombra a tiempo de esquivarlo.

*se desnuda en el alma
se dibuja en el sueño
se refugia en el alma
se prolonga en el tiempo
y en el tiempo se acaba

Reconoce al menos que la belleza tiene algo de entelequia– exigió ella desde el suelo –algo de sueño y de emoción, por eso escapa tan amenudo al pragmatismo con el que nos enseñan a vivirél sonrió con cierto deje de tristeza –no estaría mal que escapara, algún intrépido aventurero podría salir tras ella y traerla de vuelta a nuestros ojos, no escapa, no… se disfraza, se confunde, se pervierte…

*nadie puede tenerla
aunque pueda comprarla

es un lujo sentirla
y un delito matarla

Dime… ¿qué es la belleza?– preguntó ella, porque entendía su sentir y su emoción, porque de corazón a corazón compartía con él el gusto irrenunciable por lo bello pero nunca, en tantos años, tantas ocasiones, tanta vida… había escuchado respuesta explícita alguna a esa pregunta –¿y tú me lo preguntas?– respondió el con fingida sorpresa escapando como nadie a la cuestión, ella reía ya, sabiendo lo que venía a continuación pues no era él el único que leía de cuando en cuando a los románticos –belleza eres tú-.

*la belleza lo es todo
la belleza no es nada.

+

RAE. Belleza 1. f. Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas. Y en las personas, los detalles y los gestos, en las intenciones, las miradas y los besos, en las palabras, las canciones y los bailes, en los sueños, los deseos y el amor, en las sonrisas, los abrazos y los niños, en el trabajo y el esfuerzo, en los momentos, los instantes… en la vida.

*El bolero que acompaña este cuento es ‘La belleza’ interpretado por Marta Sánchez.



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