Julius.
Un repaso, en forma de cuento, a algunas de las propuestas veraniegas de loff.it para viajar, vestir, lucir, presumir...
Recostada en el sofá, sintiendo el calor de julio, pensó que no había podido elegir el César mejor mes para nacer, ni mejor regalo pudieron hacerle que darle su nombre a un mes y hacerlo así presente a lo largo de la historia, sus siglos, y los confines de la tierra… Se levantó con la intención de hacerse con la botella de agua, se sentía desfallecer, sin tensión, sin latido, sin emoción… sólo envuelta en el calor de julio.
A pesar de todo adoraba aquella sensación porque la sentía como preludio del momento dulce del año, del impás del tiempo en el que el mundo y su vida parecían diferentes porque así eran las vacaciones, el tiempo de acariciar y alimentar los sueños, de llenarse de energía y de risas, de darse el gusto y el placer… de vivir el ocio y tomar así después el negocio con otro aire y otras ganas.
El momento de la maleta, que tanta pereza le provocaba en otros viajes, era en éste un momento bueno, era el momento de empezar a saborear los días venideros; había que elegir bikini… elección que solía terminar en un ‘me los llevo todos’ o casi porque los bikinis lo son también según las ocasiones, más de playa o de piscina, de lucir o de nadar, de pareo, juego, paseo y hasta de baile…
Las sandalias, otra elección difícil; unas de paseo turístico, otras de vestir, las playeras y un par casual… si acaso unas más de vestir para sorprender u otras para enamorar… y combinar bien con el bolso, que esa es otra, el bolso y un zapato que lo mismo puede ser Vuitton, japonés o de Triana. Si estamos así con los complementos ¡qué decir de las cosas del vestir! Shorts, camisetas, minis, vestidos, conjuntos… el combinado justo para el día, la playa y el paseo; y luego la elegancia para lucir piel dorada y sonrisa de vacaciones.
Así estaba ella, entre sandalias y vestidos, sin haber llegado todavía al neceser con su aroma y sus secretos… cuando él ya había incluso cerrado su maleta; y es que, ni aun siendo más coqueto de lo que estaba dispuesto a reconocer, tardaba en preparar el equipaje, era él de cargar poco, lo justo, y sería por eso que resultaba un tipo de los que nunca se deja nada, porque sólo se llevaba lo esencial… playeras, zapatos, zapatillas, la ropa justa, dos o tres secretos en un neceser y un aroma…
La miró desde el marco de la puerta, sin atreverse a avanzar un paso más dentro de aquella habitación volcada en una cama… se sabía prescindible en aquella orgía de prendas y accesorios y, viendo su gesto relajado, hizo una reverencia a modo de broma y se alejó… sin saber que aquel ‘dejarle hacer’ traería como consecuencia dos inmensas maletas junto a la su bolsa de viaje sin que ni tan siquiera le quedara la opción de protestar – fuiste tú – se anticipó ella – quien decidió que agosto sería una tourné por el mundo y sus estaciones –
Recordar el viaje que emprenderían en tan sólo unos días relajó su agobio ante tanto traslado de equipaje y le hizo olvidar lo que les tocaría penar por su exceso… además la conocía bien, sabía que en un rato sería ella quien empezaría a dejar fluir su ser práctico y aquellas dos maletas se reducirían a una… en ello confiaba, al menos.
– Veamos – sonrió ella ante el ordenador y repasando el itinerario… Su paso por la T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas los llevaría directos a un crucero vikingo y velero de Hamburgo a Oslo y, ya en Noruega, a la aurora boreal; de allí a Copenhague, donde se alojarían en un hotel espectacular y sorprendente, danés y a la vez como escapado de los cuentos de las mil y una noches; y tras esta escala cruzarían el mundo para perderse en un arrozal y volver a Madrid, vía Barcelona… Un viaje de ensueño y de sueños…
– Voy a aligerar el equipaje – dijo ella camino de sus maletas como si aquello de hacer y deshacer el equipaje siete veces fuese lo óptimo… – dos maletas para esa vuelta será incómodo – Él no dijo nada, sonrió en la intimidad del salón en el que de ella tan sólo quedaba su aroma, un aroma personal y único, inconfundible para él, su amor y sus deseos, un aroma al que vivir rendido… tanto, que siguió sus pasos con felices intenciones…
Life Looks Good