Ilusión.

La ilusión es como la fe: se sueña, se recrea, se imagina, se intenta, se abraza... se siente o no y, si no se siente, no se realizará jamás...

No sabía si era por los muchos años o las pocas ganas, pero las discusiones semánticas ya sólo despertaban pereza en ella; desde que descubriera que a fuerza de matizar aquí o allá, las palabras acababan por rendirse a la manipulación de su esencia, había perdido todo interés en velar por ella.

Ilusa. Así la veían y sentían, así se habían referido a ella aquella misma tarde ‘en el mejor de los sentidos’ decían… Y así había arrancado una absurda discusión acerca de la ilusión, matiz más, matiz menos.

Se acomodó en el sillón pensando que, al margen de aquellos matices, atesoraba un buen número de ilusiones, desde siempre, desde niña, desde que tenía recuerdos…

Recordaba su ilusión primera, la de ser un hada y cumplir deseos, y recordaba las que vinieran después, algunas pequeñas, o cuando menos sencillas, como aquel vestido de princesa, una rosa, un dulce o un frasco de Guerlain y otras inmensas de puro grandes como tocar el cielo con las manos, robarlo y condensarlo en una copa, una velada en Bangkok vestida en Chanel… o el amor.

Claro que también recordaba como había ido convirtiendo cada ilusión en sueño y cada sueño en vida… ¿en qué se convierten los ilusos cuando sus ilusiones se vuelven ciertas? en nada, se respondió a sí misma, porque los ilusos no existen…

Como viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, así definía la ilusión la RAE y eso dio la vuelta a su pregunta porque importaba ya poco lo fueran o dejaran de ser los ilusos que cumplían sus sueños e ilusiones, lo realmente interesante era preguntarse qué son quienes no sienten la ilusión que alimenta los sueños y no tienen entonces sueños que perseguir. No son ilusos, no, son gentes que bajan los brazos y el alma rindiendo su cuerpo y su tiempo a la vida y los sueños de otro, son los que se quejan apáticos a veces y otras encendidos, los que hablan de su mala fortuna y tu buena suerte, son quienes no sienten ni padecen más alla de las palabras escritas en papel mojado, son el no puedo, no quiero, ni debo, son la confrontación y el miedo.

Y los ilusos… los ilusos no son más que los apasionados por la vida. Son quienes saben que la ilusión es como la fe: se sueña, se recrea, se imagina, se intenta, se abraza… se siente o no y, si no se siente, no se realizará jamás…



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