Hacer por hacer.
A veces no importa el qué ni el para que... sólo hacer lo que sale del alma y descubrir donde te lleva lo hecho.
‘Hacer por el gusto de hacer, por la pasión del camino y la magia de cada instante; hacer por no estarse quieto, por avanzar y crear, por dar rienda suelta a las sensaciones que te recorren por dentro; hacer lo que te sale del alma a través de las manos y ver algo de lo que eres capaz si quieres, si te empeñas, si te esfuerzas, si haces.’
Así seguía la carta de aquel domingo en la nueva vida epistolar que se había instalado en la suya –tú a tu pasión y yo a la mía, hagamos cada uno su camino y quizá algún día, quién sabe…– aquella idea era sólo un pensamiento callado y discreto que pudo leer en sus ojos la última vez que se vieran y que, estaba sergura, él había visto en los suyos. Pero no sabían despedirse, ni querían, y descubrían nuevos modos de contarse y hablarse, de permanecer juntos de algún modo, en algún lugar… y así estaban allí de nuevo las letras, sus eternas compañeras, siempre fieles y amantes… se dedicó de nuevo a ellas y a su epístola.
‘-No sé qué hacer-
Esa es una sentencia casi blasfema ¿verdad? ¿qué importa si sabes o no qué hacer o deshacer? el caso es hacer, no quedarse quieto ni parado, no ver la vida pasar desde la quietud que no es más que el preludio de la muerte; lo sé, lo sé… a veces me puede la pasión y exagero pero me enerva la queja vacía de solución alguna, las grandes palabras que resultan vacías, los no puedo y otros imposibles…
-¡haz algo! ¿cómo qué? …-.
-Haz un mundo, tiempo y una caja; siembra flores, moja tus manos y saborea una tapa; haz fotos, regala abrazos, enciende una vela y comparte un secreto; acaricia piedras, acampa en la vida, cálzate de colores y brilla… Pero más que nada y por encima de todo haz sueños, hazlos ciertos, los tuyos, los suyos y los nuestros, los que sientes como propios y los que vives como ajenos porque, al cabo de los días y los años, sólo los sueños cumplidos hacen vida y hacen mundo, sólo así y sólo entonces el mundo tendrá otra vida y otro color… Sólo haz-.
No sé si hará, en realidad no sé siquiera cuánto me ha escuchado ni de qué modo me ha entendido pero todas y cada una de las veces que escuche un ‘no sé qué hacer’ responderé con un ‘haz’ sonoro y fuerte…
Dio por terminada la misiva y se sorprendió al ver entrar el sol por la ventana tras los días de oscuro, húmedo y frío otoño que había traído aquella semana, no lo dudó, la calle vivía ya un domingo luminoso en el que adentrarse.