Cuento: Etiqueta.
Etiquetar, etiquetarse y dejarse etiquetar es práctica habitual del ser humano cuando simplifica hasta el absurdo y renuncia a ejercer su espíritu crítico... y de aquellas prácticas, éste cuento.
Pidió otra copa sin muchas ganas, sólo porque necesitaba sostener algo entre sus manos y evitar así el feo gesto de morderse las uñas, porque quería ocupar su boca en los matices de cata de cada trago y evitar así la tentación de permitir a su lengua expresar pensamientos discordantes… y es que, si bien entendía el mundo en su complejidad, no alcanzaba a comprender a sus gentes en la insistente manía de simplificarlo y polarizarlo.
Etiqueta, dícese de la calificación identificadora de una dedicación, profesión, significación, ideología… (acepción 5 de este concepto según la RAE)
¿Tú del Barça o del Madrid? ¿caes a izquierda o a derecha? ¿blanco o negro? ¿y eres más de coche o de moto? ¿carne o pescado? ¿y el postre? ¿fruta o chocolate? ¿eres de los que lee después de comer o de los que siestea? ¿series o películas? … y a la tercera copa… ¿los rubios o los morenos?
Y todo este festival de preguntas a doble cara no tenía más que un objetivo, definir la etiqueta que te tocaba… y todo el mundo reía y entraba al trapo respondiendo con celeridad y con la pasión propia de quien ocupa una posición inamovible respecto a cualquiera de aquellas preguntas.
Y allí estaba ella, haciéndose la sueca por no protestar y temiendo la etiqueta que le fuera a caer en suerte en aquella ocasión… Y es que no se sentía capaz de vivir en modo hooligan cifrando sus emociones a la suerte de un color o de un equipo como si fuesen más de ellos que suyas, como si la vida no fuese algo cambiante y su espíritu crítico un trabajador a tiempo completo… como si errar no fuese humano y perseverar en el error fuese en cambio lo más natural; claro que en esas circunstancias, cuando aparece alguien dispuesto a urgar en el silencio, no hay copa que te salve…
Pues verás, acabó por responder, yo del Racing de Santander, salvo que jueguen los lunes, entonces soy agnóstica; me levanto por la izquierda cuando madrugo y me acuesto por la derecha cuando la noche es fría; visto de negro durante el día y de blanco durante la noche más que nada por llevar la contraria, salvo que sea verano o primavera, entonces prefiero el rojo y el verde limón; el coche lo uso de lunes a miércoles y la moto de jueves a domingo, salvo que llueva, entonces igual me animo y voy en bicicleta; como carne los lunes y los miércoles, salvo no me apetezca y ceno pescado los jueves y los domingos si me lo pide el cuerpo; de postre suelo tomar fruta, excepto los fines de semana, entonces chocolate belga y pastas de té o lo que me venga bien… leo los sábados y siesteo los domingos, cuando no a la inversa, veo series cuando me viene bien y películas cuando me da la gana, y viceversa; en cuanto a rubios y morenos … entre la oferta del día, el que tenga más neuronas disponibles aunque sea pelirrojo o se tiña las puntas de azul.
Soltó su perorata en tono jocoso, aliñándola con algún que otro gesto simpático, así arrancó más risas que ofensas en su oponente, eso sí, la parte silenciada de la conversación fue quizá la más interesante…
Y ahora vas y me etiquetas, pensó ella, ésta tipa es de categoría, pensó él, además de ser más rara que un perro verde.