Escribir una vida.
Sentada a su mesa, en su rincón de pensar y crear, con un lápiz en sus manos ...
Sentada a su mesa, en su rincón de pensar y crear, con un lápiz en sus manos dando forma a las letras y en ellas a lo vivido y sentido antaño, en la que fuera su vida en África; alejaba así, trabajando, todo pensamiento traicionero de su mente, toda inquietud de su alma, toda duda de sí misma.
Y desde su rincón lo veía dormitar en el sofá, y lo miraba, y se sabía en el tiempo de descuento; terminadas las fiestas, venidos e idos ya los Reyes Magos, guardada en el cajón por un año entero la ilusión de la navidad, aquel «me quedo contigo» parecía envejecer y necesitar un nuevo sentido. Y viéndolo tranquilo, calmado, en pausa … esperaba el despertar de su pasión, su ímpetu y su alma nómada.
Lo vio levantarse con calma y caminar hacia ella con la decisión de siempre … respiró hondo esperando un desembarco de emociones imposibles mientras él se sentaba a su lado y, mirando primero sus papeles, su lápiz y sus manos, luego sus ojos disparó un…
– cuéntame un cuento – como el niño que pide una aventura o el adulto que suplica un futuro … era la suya una súplica cargada de urgencia.
– uno … ¿de vida? – respondió ella, sabiendo bien lo que él buscaba, lo que ella temía no encontrar.
– ¿acaso hay otros? – sentenció él, cerrando con su pregunta toda vía más allá de la evidente, la temida.
Le había pedido un cuento, si le hubiese pedido un futuro no habría tenido respuesta, nada que no fuera el amor sentido y vivido, que sabía sería respuesta escasa para un alma libre, nómada y loca como la suya; pero le había pedido un cuento y ella tenía miles en su cabeza y en su alma; y es que los cuentos eran su refugio porque nunca, jamás, fallaban, porque siempre había un mago o una bruja con un milagro a golpe de barita o de palabra mágica, porque en ellos todo era posible, en ellos se sentía segura. Y sintió entonces que su vida era un cuento y dibujando medias palabras de letras completas trazó las líneas maestras de su cuento y de su vida.
– Será un cuento de vida desigual, transgresora y diferente, rara; de mochila al hombro y pie cómodo, a ratos de tacón, o no, y alfombra roja; de horas felices y libros, todos, en una sola mano; de sentir sueños, inmortalizarlos en un momento, vivirlos y compartirlos; de besos, flores y gotitas de vida … sonará a magia … –
Y llevó sus ojos del papel garabateado a su rostro – y ya luego lo escribo, lo ilustro y te lo cuento – y los vio llenos de sorpresa y emoción a duras penas contenida, y supo que acudió a su lado a pedirle un cuento sin esperar hallar en él futuro ni consuelo alguno … llegó entonces otro de esos golpes de certeza que la asaltaban a veces, y comenzó a sonreir para luego reir y acabar en la carcajada incontenible que arranca incluso lágrimas buenas … porque supo que su vida era, al fin y al cabo, un cuento.
Life Looks Good