El regalo.
El regalo es el tiempo para estar juntos...
Disfrutaba de su delicioso café viendo el mundo a través del cristal desde el sofá y en zapatillas; cuando ella confesó haber prometido acompañar a su sobrina de compras navideñas, le faltó tiempo para dar un paso atrás, fingidamente condescendiente, para concederles a ambas un día juntas…
A ella no le sorprendió, la Navidad era probablemente la única época del año en la que él no pisaba calle de buen grado, confesaba sentirse aburrido de panderetas, luces, cabalgatas, turrones y pavo asado, así que optaba por acomodarse en casa dedicando tiempo a todas esas cosas que se van quedando pendientes indefinidamente… Era el momento de ponerse al día en los quehaceres, antes de que el nuevo año lo pillara con los deberes sin hacer; eso o volar… pero sabía que ella adoraba Madrid en Navidad.
El ruido de llaves y bolsas en la puerta lo sorprendió, era pronto todavía… Entraron las chicas, la jovenzuela como una exalación, su tía más tranquila y pausada, sonriendo y mirando a su sobrina como quien mira a un perro verde. – ¿Qué tal os ha ido? – preguntó no sin cierto temor a la respuesta, que fue un armónico coro de voces en el que una cantaba -mal– y la otra –bien-. Ante tamaña discrepancia él se quedó mirándolas, esperando algún acuerdo o, al menos, alguna explicación.
– Un horror – comenzó la dolescente enfurruñada – no ha habido manera de encontrar el perfume de mamá, ni el bolso para la abuela, los juguetes de los niños están agotados, mis libros no llegarán hasta la próxima semana… ¡nada ha salido como debía! – Él miraba las bolsas, volvía a mirar a la joven y de nuevo a las bolsas intentando comprender qué significaban si en realidad no habían encontrado nada…
Ella se reía sin pudor del disgusto de su sobrina, del arrebato apasionado y adolescente que sufría desde hacía más de una hora… era eso o mandarla ipso facto de vuelta a casa. – Verás – explicó ella ante el desconcierto de él – no encontramos el perfume de Dior pero hemos elegido un Cavalli estupendo, el bolso… ya sabes cómo es mi madre de especial para los bolsos, como no encontramos uno a su medida, hemos elegido unos pendientes muy de su gusto, los libros llegarán… y estas cajas son unos juguetes de cartón y unos muñecos de tela ma-ra-vi-llo-sos para los niños -. Terminó el repaso de sus bolsas feliz del resultado de aquel día de calle, compras y regalos mientras su sobrina se mantenía enfurruñada, sentada al borde de la silla.
– Que las cosas no salgan como uno espera, no significa que salgan mal – dijo él intentando cambiar aquella mueca disgustada por una más alegre – las cosas son como son – sentenció el disgusto – no – intervino ella tajante – las cosas no son casi nunca como son, son como las vives, como las sientes y como las cuentas. El regalo no es lo que va dentro del envoltorio – añadió suavizando el tono – el regalo es el tiempo para estar juntos… acomodémonos a los pequeños contratiempos y disfrutemos de vernos y abrazarnos, de contarnos la vida y los sueños…-.
Life Looks Good