Comedia.

Dicen que se empieza a vivir en los sueños, que si la vida no nace de ellos no es vida, es comedia, italiana y dantesca...

Dicen que se empieza a vivir en los sueños, que si la vida no nace de ellos no es vida, es comedia, italiana y dantesca… Y así lo creía ella, sentía su huída hacia adelante alejándose de él como el inicio de su infierno y ahora, a su lado y entre las pilas de manoseados catálogos de decoración, midiendo y volviendo a medir cada pared y ventana de su nueva casa, se sentía tranquila, en paz y en vida, en un futuro que nacía de los sueños.

Aunque, a pesar de su paz y su vida, se tintaba la mañana de comedia por momentos… donde él proponía explosiones de color, ella quería blanco y oro, donde él quería papel pintado ella pintar; él un cuadro, ella un espejo; si ella una lámpara de suelo, él de mesa; si él suelo desnudo, ella alfombrado; él estores, ella paneles japoneses… y así cada espacio, cada estancia, cada pared, suelo o ventana – por favor… – se lamentó ella tras tanto desacuerdo, negociación, cesión o victoria… Él sonrió, aquellos intercambios de golpes, gustos y opiniones lo despertaban, lo resucitaban de la monotonía sin fin ni sentido – tranquila, cariño – comentó con cierta ironía – ya sabes lo que dice la sabiduría popular de los amores reñidos – ella rezongó para el cuello de su camisa complaciendo su intención de no polemizar ni pelear más… o acabarían ambos por necesitar terapia para superar aquel momento de decoración compartida que duraba ya tanto, tantos días y semanas, que les parecía a ambos una vida.

Ni tan siquiera camino al soul en el Madrid más añejo, castizo y auténtico lograron aparcar sus enredos y, tras ellos, inevitablemente la risa porque en el absurdo sólo cabe reir. Y de la risa a la evasión y el encanto, a bajarse del mundo un rato o un tiempo, a huir de lo ajeno y lo accesorio, a volar… en un ejercicio de libertad que sólo a través de la música es posible aun sin serlo…

En aquella noche de calor de mayo él se sentía inmerso en un affair de verano viéndola en colores dulces, pequeña en brillos casi planos, con la felicidad en una mano y en la otra… la seducción del tango ante la que claudicaba sin remedio… – come on and get it – canturreaba sin dejar de mirarla y a la vez sin apenas verla, encantado y abtraído en el rythm and blues de Reed – if you want the love of a man, come on and get it –

Y entonces, sin haberlo previsto ni visto venir, al hilo y ritmo de la música, la sintió colgarse de su cuello y adueñarse de sus labios en una absoluta e inapelable declaración de intenciones y futuro a la que se sometía sabiendo que fuera de ella la vida no era más que una comedia, italiana, dantesca…

Y en ella… Life Looks Good.



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