Buenas compañías.
Las buenas compañías son un bien preciado...
Hay días que están hechos para soñar o, al menos, para albergar entre sus horas alguna libre y dispuesta a rendirse a ese fin; así son los domingos, el día tonto de la semana para algunos y el de evadirse y perderse en historias interminables para otros, para todos, un día en el que el tiempo se mide y se ocupa de otro modo.
Y aquel domingo a ella le dio por imaginar como sería un domingo perfecto, se deleitaba en preparar la agenda del día prestando atención a todos los detalles…
Se vestiría en Mudo para desayunar con Marissa Mayer porque se moría por saber si la que fuera la primera mujer ingeniero de google era tan fiera como la pintaban; después de despedirse de la Mayer, se regalaría una sesión de arte disfrutando de las soberbias fotografías de Vanessa Winship y no, no pensaba comer sola, contaba con Fernando León de Aranoa para contarse películas en el cielo de Madrid.
Era ella muy de conversar y se imaginaba cómo sería un café con Kissinger con tanto como vio y vivió el bueno de Henry, lo prepararía ella y en casa porque el bullicio de una terraza no era lo suyo para conversar con el más allá; la música la pondría Caetano porque nadie como él para acariciar momentos y envolverlos.
Llegada la media tarde se escaparía al parque para caminar y sentir el aire en la cara, calzaría cómoda con tal fin y, con una miguita de suerte, se encontraría con Patch Adams y su troupe de payasos de sonrisa amable.
Por la noche cocinaría un poco, algo sencillo y sabroso, como para deleitar a Walt Whitman para dormirse después envuleta en su poesía.
Volviendo sobre el día que había pintado se percató de que lo de menos era el cuando o el cómo, tampoco importaba el qué, sólo el quien… y es que son las buenas compañías las que marcan la diferencia entre un día anodino y uno grande, entre una vida en color u otra en blanco y negro o en triste sepia de colores que un día fueron.
–Acompáñate bien– se dijo –acompáñate bien o no te acompañes ni un poco y sé siempre una buena compañía porque en ese bien acompañar se camina la vida con otro aire y de otro modo, feliz-.