Pesadillas.

Durante el sueño tiene lugar un proceso activo que pasa por diferentes fases...

Corremos sin saber hacia donde, con el pulso acelerado, nos persiguen y nos van a alcanzar, caemos de repente al vacío y al querer gritar, no sale ningún sonido de nuestra garganta… es una pesadilla que todos en algún momento hemos sufrido mientras dormíamos y que han conseguido hacernos pasar un mal rato y desvelarnos, sin llegar a las consecuencias de “Pesadilla en Elm Street” no deja de ser un acontecimiento que no nos gusta y que en el momento que lo sufrimos lo sentimos como algo muy real.

Pero ¿Qué son las pesadillas? Una definición sencilla es que son sueños de larga duración, que sentimos como reales y angustiosos o aterradores, contienen una gran carga emocional y nos suelen despertar, además los recordamos con bastante claridad. A nivel fisiológico mientras tenemos una pesadilla se nos acelera el ritmo cardíaco, aumenta la sudoración, puede producir disnea, etc.

Hay que tener en cuenta que no son lo mismo las pesadillas que los terrores nocturnos, se diferencian de estos tanto biológica como psicológicamente, además los terrores se producen en la fase NO REM, es decir no son sueños y tampoco se recuerdan al despertar. Aunque sabemos muchas cosas acerca de las pesadillas y somos capaces de diferenciar entre recurrentes, o postraumáticas y  de los terrores nocturnos, aún no conocemos a fondo el mundo de las pesadillas, por ejemplo, en la actualidad hay investigadores que apoyan la idea de que las pesadillas no son sueños y no ocurren en la fase REM, y hasta hace no mucho se interpretaban las pesadillas recurrentes desde un punto místico, incluso han sido atribuidas a los demonios, o a una alteración del flujo sanguíneo en el cerebro, o como las interpretaba Freud, los sueños y pesadillas eran el camino hacia nuestro inconsciente y nuestra psique, normalmente fálica y en la que durante el sueño no reprimíamos nuestros impulsos reales y oníricos y podían dar lugar a interpretaciones que nos llevaran a las raíces de nuestros problemas.

En la actualidad sabemos que la actividad eléctrica cerebral no es la misma cuando estamos dormidos que despiertos, además durante el sueño tiene lugar un proceso activo que pasa por diferentes fases diferenciadas por los cambios de la actividad cerebral, además durante los sueños y las pesadillas hay una perdida de orientación, es decir las personas o los lugares pueden cambiar de repente sin más y también existe confabulación, estas alteraciones cognitivas, junto a las lagunas de la memoria durante el sueño pueden dar lugar a alucinaciones visuales, pudiendo considerarse un delirio funcional, la intensidad del mismo puede dar lugar a la pesadilla que nos afectara más si sufrimos un estado emocional débil.

El por qué sufrimos pesadillas varía según el tipo de pesadilla y la habitualidad de las mismas, por ejemplo, en el caso de las pesadillas postraumáticas el recuerdo (ya sea consciente o no) de un acontecimiento traumático puede dar lugar a dichas pesadillas. Pero también podemos sufrir pesadillas al estar atravesando un momento de estrés en nuestra vida o de ansiedad, incluso una cena copiosa o la fiebre nos puede llevar a sufrir pesadillas.

No obstante las pesadillas que tienen lugar ocasionalmente no son un problema (más allá de que nos hacen pasar una mala noche) el problema es cuando son recurrentes, como suele ocurrir en las pesadillas postraumáticas, en ese caso se tratan como un problema clínico al igual que los terrores nocturnos, también en el caso de que sufrirlas interfiera en nuestra vida cotidiana, por ejemplo, mermando nuestro descanso.

De cualquier forma ayudará a nuestro descanso tener unas buenas condiciones ambientales a la hora de ir a dormir, unas rutinas en el sueño, intentar acostarnos y no pensar en los problemas que nos esperan al día siguiente justo antes de dormirnos, y cenar ligero y no acostarnos en plena digestión, todo ello mitigará las posibilidades de sufrir pesadillas y aumentará nuestra calidad de descanso…Así que ¡Felices sueños!



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