El Principito.

No conozco a nadie a quien no le produzca cierta ternura esos vídeos o esas historias en las que descubrimos la forma de ver la vida que tienen los niños.

Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.

Antoine de Saint-Exupéry

Es curioso comprobar cómo, con 6 años, cuando se te ocurre pintar una boa que acaba de comerse a un elefante, todo el que ve el dibujo te dice que es un sombrero. Todos lo dicen y tú, con tu alma de niño, no entiendes cómo no ven lo que es realmente. Entonces te haces mayor y un día se te aparece un niño recién llegado de un planeta, concretamente del asteroide B 612, que te dice que le pintes un cordero y tú, como no sabes pintar nada mejor, le enseñas tu famosa boa con su elefante recién engullido dando por hecho que el niño verá un sombrero. ¡Absolutamente fascinado quedas cuando el niño, al ver el dibujo, te dice que él no quiere una boa que se ha comido un elefante, sino un cordero. El niño si ve claro lo mismo que tú representabas cuando tenías 6 años. Seguramente, al no saber dibujar o, al no estar dentro de la mente del niño que quiere el dibujo del cordero, no seréis capaces de plasmarlo en un papel tal y como él espera.

El Principito (Antoine de Saint- Exupéry – 1943) es un relato que no os va a dejar indiferentes. Es más, os dejará pensando un largo rato. Incluso alguno de vosotros llegará a agobiarse e intentará buscar en lo más recóndito de su interior al niño que un día fue. Ninguno de nosotros será capaz de recordar dónde se quedó ese niño; en qué momento exacto, en qué minuto de nuestra vida lo perdimos sin apenas darnos cuenta ni ver cómo, a lo lejos, nos decía adiós con sus pequeñas manos, mientras lloraba sabedor de que nunca más volvería a habitar aquel pequeño planeta que éramos nosotros mismos ya mayores. Nunca más volveremos a ver las cosas con la naturalidad y la lógica aplastante del niño que fuimos. No luchéis contra eso, nunca más podréis serlo de nuevo.

A lo más que podréis llegar es a hacer un tremendo esfuerzo en pensar que muchas veces la solución está en lo más simple, que los problemas son como baobabs que van creciendo y que pueden provocar que tu pequeño planeta se parta en dos, si no tienes el cuidado de ir arrancándolos cuando todavía son pequeños. A lo más que llegarás es que la preciosa rosa a la que tanto amas y crees que es la única de tu planeta, no es única y, además tiene espinas… podrás llegar incluso, a darte cuenta del problema tan grande y sin solución que tiene ese borracho que bebe por la única razón de estar totalmente hundido porque bebe.

Y así podríamos seguir eternamente intentando salir adelante con nuestra mentalidad de mayores, sin darnos cuenta de que muchas de las dificultades que nos vamos encontrando serían muy fácilmente salvables si las contemplásemos con la mentalidad de un niño. Los que ya habéis leído El Principito, seguro que ya sabéis de qué estoy hablando. A los que no lo habéis leído, no sé a qué estáis esperando…

Por cierto, si no sabéis cómo dibujar un cordero, dibujad, simplemente, una caja cerrada y decid que el cordero está dentro. Si alguien es capaz de imaginarlo, no perdáis su pista, porque seguro que se trata de alguien que merece la pena.

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Autor: Antoine de Saint-Exupéry
Colección: Antoine de Saint-Exupéry
Título original: Le Petit Prince
Traducción: Bonifacio del Carril
ISBN: 978-84-7888-629-6
Núm. pags.: 96
Tipo edición: Tapa dura
PVP: 16,00 €