El fuego.

Vuelve el ajedrez de Montglane con todas sus fichas y manteniendo intacto el misterioso poder que encierra.

De pequeño, en el colegio, aprendí muchas cosas, pero recuerdo especialmente una que me ha acompañado siempre.

Es de suponer que me gustaban mucho las clases de letras y que sería de esas clases de las que habría de sacar las enseñanzas más aprovechables. Si, así fue. Pero no, no estoy refiriéndome a esas asignaturas. De pequeño aprendí muchas cosas en el colegio, pero fue un profesor en concreto el que me hizo descubrir una actitud acerca de cómo acometer  aquellas acciones que se suponía que realizaría de forma repetitiva a lo largo del tiempo. De Ernesto, mi profesor de gimnasia,  aprendí que nunca había que descubrir todas las cartas a la primera de cambio ante acciones que habría de realizar de manera mecánica una y otra vez. Hay dos formas de superarse, tal y como comprendí; una es darlo todo desde el principio y cada vez dar más en cada repetición, pero esa no nos vale, porque el ser humano tiene un límite y hacerlo así es una auténtica bobada, sobre todo cuando los resultados dependen exclusivamente de uno mismo. La otra es tan simple como – habiendo talento – hacer un esfuerzo síquico y comenzar empleando un bajo porcentaje de tu capacidad. Saber hasta dónde puede llegar ese talento y comenzar sin grandes aspiraciones, de tal forma que la superación sea progresiva a lo largo del tiempo cada vez que repitas las mismas acciones. No les habría ido mal a algunos escritores haber tenido a Ernesto de profesor. Muchos escritores lo dan todo en su primera novela y lo logran. Triunfan. La ambición por el éxito les ciega y llegan al éxito soñado, pero también alcanzan el límite de su talento y no pasan de allí. Probablemente sea esto una parte de lo que llaman morir de éxito. Así que leed el libro que comentamos hoy aquí. Si, leedlo, pero no lo hagáis con una idea preconcebida de dar por sentado que toda la producción literaria de Katherine Neville tiene que ser así. No, por favor, olvidaros de “El Ocho”. No vengáis ahora con que queréis vivir la misma intensidad y el mismo estado de intriga; no vengáis con que queréis vivir el mismo apasionante final. Vuelve el ajedrez de Montglane con todas sus fichas y manteniendo intacto el misterioso poder que encierra. Si  es verdad que el argumento es  entretenido, que siguen paseando por sus páginas la adorada Reina Blanca o la temida Reina Negra. Todos queremos ser la Reina Blanca… o la Negra. Una partida de ajedrez cuyas figuras son personajes reales que se enfrentan entre sí,  al hilo de un juego de pistas trabajadas con detalle y urdido por la madre de la protagonista, tratando de tener en su poder el tesoro que ya nos presentó la autora en su gran éxito anterior. Esta vez, lo siento, no me embarga la emoción al escribir sobre el libro de la semana. Pero no todo tiene que ser un camino de rosas. En fin,  ¿os apetece pasar un rato entretenido como cuando veis en la tele alguna película de sábado por la tarde?  El Fuego, de Katherine Neville es una buena elección. + Título: El Fuego Autor: Katherine Neville Género: Misterio y suspense EditorialPlaza & Janés Número de páginas: 544 ISBN: 9788499081830 Plaza & Janés 



Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Caín.

Esta es la historia de Caín, un tuerto que quería ser rey de los otros y que, mientras señalaba la oscuridad del mundo, caía en el abismo de la pereza. + ver

Un lujo.

Que no suene el despertador, que entre una brisa fresca por la ventana y mueva ligeramente la cortina, que el olor a café recién hecho inunde la casa, que suene la música, que brille el sol, amanecer... + ver

Esclavas.

Las mujeres, como seres de fantasía de la historia interminable, iban desapareciendo al paso de la nada, eran borradas del mapa y de la historia, era como si nunca hubiesen existido, estaban muertas... pero seguían en pie. Y eran esclavas. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.

Salir de la versión móvil