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Proceso de restauración de Santa Catalina de Alejandría (Re)descubriendo a Caravaggio.

Tras la restauración de Santa Catalina de Alejandría, el Museo Thyssen expone los resultados el estudio técnico de una de las obras más emblemáticas de Caravaggio.

Cuando Caravaggio pintó su famoso lienzo Santa Catalina de Alejandría (hacia 1598), ya se había bebido a morro la mitad de las existencias de las tabernas romanas. Había desafiado todas las convenciones sociales y pictóricas de su tiempo. Había convivido con los personajes de la peor calaña de la ciudad y conocido más un calabozo infecto. Había sufrido el rechazo absoluto y experimentado un periodo de bonanza bajo el manto del prelado Pandolfo Pucci. También había aceptado —tal vez harto de su vida disipada— el encargo de su primer cuadro religioso, San Francisco recibiendo los estigmas (1595-1596). Fue la obra que le abrió las puertas de las grandes colecciones romanas y marcó el fin de una etapa furiosa.

Su pintura fue escandalosa. Su vida también. Michelagelo Merisi —llamado Caravaggio en alusión a su ciudad natal— fue el pintor proscrito del barroco italiano. Su reputación como hombre pendenciero, jugador y asesino confeso de un contrincante tramposo en el juego de la pallacorda, le llevaron de mazmorra en mazmorra en diversas ocasiones. Sin embargo, su fama de vividor y sinvergüenza no le impidió cosechar un merecido prestigio en el arte de pintar. Eso sí, levantado ampollas entre los sectores más reaccionarios de la época.

Para empezar, encabezó una feroz revuelta contra el Manierismo de sus predecesores. Una maniera de pintar que él consideraba academicista, limitada y retrógrada. No dudó en transgredir todas las normas artísticas para crear un nuevo lenguaje predominantemente teatral, naturalista, excesivo, incluso en escenas tan sagradas como la Muerte de la Virgen. Tal fue su osadía que desencadenó la ira de algunos contemporáneos. Entre ellos Poussin, quien declaró poco después de la muerte del pintor de Bérgamo que había “venido a destruir la pintura”.

Al margen de las provocaciones y convulsiones artísticas que sembraba a su paso, Caravaggio es uno de los pintores más misteriosos y revolucionarios de la historia.

Volviendo a Santa Catalina de Alejandría, la imagen fiel de una de las modelos habituales de Caravaggio (Fillidi Melandroni, quizás su amante) es una representación atemporal de la belleza. Es también el prototipo que engloba muchos de los elementos característicos del pintor: el realismo, el claroscuro, la iluminación directa sobre la modelo, la tridimensionalidad.

El retrato también muestra de forma velada su convicciones personales. Es evidente su rechazo al misticismo en la postura de la santa —girada hacia el espectador— y la vestimenta nada convencional —camisa blanca de manga ancha ligeramente recogida, rematada con una cenefa dorada en el escote, y corpiño—. Luce una melena rojiza, en parte suelta sobre los hombros, en parte recogida a la altura de la nuca. En las manos sujeta con delicadeza una espada cuya hoja teñida de rojo alude a la sangre derramada. En cuanto a la iconografía asociada a la santidad y el martirio, la palma que se cruza con el extremo inferior de la espada simula una guadaña; sobre la cabeza de la santa, un nimbo dorado aplicado con oro sobre el fondo oscuro.

Tras la restauración del cuadro Santa Catalina de Alejandría, el Área de Restauración del Museo Thyssen expone los resultados y conclusiones del estudio técnico de una de las obras más emblemáticas de Caravaggio. El cuadro se expone en la sala 11 en un detallado montaje expositivo que incide en los aspectos más interesantes del proceso creativo y profundiza en la manera de trabajar de artista.

La muestra incluye imágenes radiográficas y de infrarrojos que ilustran los aspectos más interesantes del trabajo realizado, explican la metodología utilizada y ponen de manifiesto la calidad de la obra. El conjunto se completa con un vídeo que recoge todo el proceso, los descubrimientos más destacados e interesantes detalles del cuadro. El Museo descubre los métodos de trabajo de los restauradores, imprescindibles para determinar los tratamientos adecuados y fuente importante de información para la historia del arte.

Restauración y estudio técnico.

La restauración de Santa Catalina de Alejandría ha estado centrada en la compleja eliminación de capas sucesivas de barnices acumuladas en el tiempo. Su limpieza ha devuelto la unidad estética y el claroscuro original, el movimiento de los volúmenes, la intensidad de los colores y la delicadeza de las texturas.

Más información Museo Thyssen-Bornemisza



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