¡OMG, Jan van Eyck sigue aquí!

El 1 de febrero se inauguró en el Museo de Bellas Artes de Gante, Van Eyck. Una revolución óptica, la mayor exposición dedicada al pintor flamenco, que puede verse en modo virtual.

Este 2020 se perfilaba allá por el mes de enero como el gran año dedicado a Jan Van Eyck en homenaje a una de sus obras más admiradas: el Altar del Cordero Místico, cuya restauración finalizó hace apenas unos meses. El maestro flamenco, el más célebre de los primitivos pintores del norte de Europa, nació en la Baja Edad Media, entre 1385 y 1390, probablemente en Maaseik. Sin embargo, las primeras noticias acerca de su trabajo datan del 1420 —de ahí la celebración del sexto centenario—. Se encontraba entonces en La Haya, pero poco después, tras la muerte del emperador, regresó a los Países Bajos del sur.

Mientras que en el Groeningemuseum de Brujas se presentaba a principios de marzo una muestra centrada en las dos obras de Van Eyck custodiadas por el museo (Virgen del canónigo Van der Paele y el Retrato de Margarita van Eyck), la gran cita artística se situaba en el Museo de Bellas Artes de Gante que reunía por primera vez en la historia diez de las únicas veinte pinturas del maestro conservadas en la actualidad.

Van Eyck. Una revolución óptica abrió sus puertas según lo previsto el pasado 1 de febrero. Ante la imposibilidad de visitar la exposición y también de la prórroga de la misma (las instituciones prestamistas no prolongan el lapso del préstamo), el museo propone una visita virtual para conocer en profundidad, además de las tablas mencionadas, otras piezas de su taller, copias de cuadros perdidos, así como miniaturas, esculturas y dibujos de la Baja Edad Media.

Las piezas centrales de la muestra son los recién restaurados 8 paneles exteriores del Políptico de la Adoración del Cordero Místico, que regresarán en los próximos a la catedral de Gante para no salir ya jamás del lugar para el que fueron realizados. La restauración del célebre políptico de San Bavón comenzó en 2012 en una de las salas del MSK. Aquello supuso toda una revelación de colores, detalles, datos y curiosidades escondidas bajo capas y capas de suciedad y barnices.

Una vez recuperadas la luminosidad e intensidad de los colores originales de las tablas, el conjunto muestra todos los elementos característicos de la genialidad del pintor que revolucionó los conceptos artísticos hasta entonces conocidos. Jan van Eyck fue un auténtico innovador que incorporó a su obra un realismo excepcional. Los detalles (piedras, agua, flores, oro), la brutalidad de las texturas, las veladuras, la incidencia de la luz que, como afirma el crítico de arte Charles Stirling, “se encuentra en todas partes, incluso en las sombras”, hacen del trabajo del pintor una exhibición extraordinaria de la realidad.

Los retratos, cuyos modelos parecen estar a punto de respirar, dan buena cuenta de su maestría a la hora de representar la gestualidad, el lenguaje corporal y las emociones humanas. Hacer este tipo de retratos de notables de carácter más bien distante estaba entre las tareas de Van Eyck como pintor de la corte. Sus tablas al óleo asombran por el realismo, los efectos lumínicos y los trampantojos que parecen como si el retratado fuera a saltar de dimensión.

Y para qué hablar de su manera de plasmar la escultura y la arquitectura, la expresión de los volúmenes y la profundidad de una perspectiva que logra, una vez más, a través de los juegos de luz. No hay más detenerse ante los paneles de San Juan Bautista y San Juan Evangelista (Cordero Místico). El realismo escultórico es tan brutal que ambas figura semejan estatuas.

A todo ello hay que añadir el conocimiento profundo que tenía acerca de las alegorías y la simbología cristiana, la escultura (también se dedicaba a pintar y dorar esculturas de piedra de tamaño natural), la geografía o la botánica. Y es que nuestro flamenco era un tipo erudito y viajado, aunque con respecto a esto último no existe documentación que lo acredite. Se ha especulado incluso con la posibilidad de misiones secretas en el extranjero. Prueba de su exquisita formación son las numerosas e inquietantes inscripciones en latín, francés y griego como el que figura en el muro del fondo del retrato del matrimonio Arnolfini: “Jan van Eyck estuvo aquí en 1434”.

Volvamos al MSK. La exposición, que se extiende por 13 salas del museo, comienza con una presentación de la lujosa corte borgoñona y su capital en Flandes. En estas primeras salas se presenta a Van Eyck como pintor de la corte del Duque de Borgoña Felipe el Bueno (1396-1467) y destacada figura en la vida urbana. Las interacciones entre la corte y ciudades como Gante o Brujas crearon el clima propicio para que sucediese la revolución de Van Eyck.

Contextualizado el mundo del siglo XV y la obra de Van Eyck, el visitante se sumerge en la riqueza y el nivel de detalle de su revolución óptica. Esta transformación de las técnicas pictóricas se aprecia en tres facetas: su técnica al óleo, su observación del mundo y su pintura de los fenómenos ópticos de la luz, los reflejos y las distorsiones. Van Eyck poseía probablemente un saber y un método racionalizado sobre cómo se comporta la luz en la realidad.

Más información Museo de Bellas Artes de GanteVan Eyck en tu casa



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