Más de tres imágenes o cuatro abordan en el Patio Herreriano la narrativa de Juan Muñoz.

El Museo Patio Herreriano (Valladolid) presenta la exposición 'Tres imágenes o cuatro. Juan Muñoz. Veinte años', cuando se cumplen dos décadas del fallecimiento del artista.

La muestra que acoge el Museo Patio Herreriano de Valladolid, reivindica y rinde homenaje a la figura de Juan Muñoz, uno de los escultores más relevantes del panorama artístico español e internacional de finales del siglo XX cuyo legado se mantiene en la diana de quienes indagan en su narrativa visual, la complejidad psicológica de sus figuras, los vínculos entre el espacio y las figuras.

El título, Tres imágenes o cuatro, evoca uno de los textos más significativos de un artista profundamente vinculado a la literatura y cuya narrativa explica o induce, según el caso, a desvelar elementos y cuestiones subyacentes en toda su obra: la espera, el silencio, el vacío, la sorpresa, el trampantojo. La relación del espectador con la obra, distante y como esperando el permiso para aproximarse a ella, es una de las claves para comprender el desarrollo de su lenguaje artístico. Él, que impulsó la recuperación de la figura humana en la escultura del siglo pasado, lo hizo apartándola de la realidad externa, despojándola de todo enaltecimiento y grandilocuencia.

Escultor, escritor, ilustrador y creador de artes auditivas, Juan Muñoz Torregrosa — el “poeta del espacio” — nació en Madrid, en 1953. Estudió arquitectura en la Universidad Politécnica de la capital ates de trasladarse a Londres, donde completó su formación en el Central School of Art and Design y el Croydon College of Design and Technology. Un par de años después, en Nueva York, estudió escultura y grabado en el Pratt Graphic Center. En Londres conoce a la que será su esposa, la también reconocida escultora Cristina Iglesias; en Nueva York, a Richard Serra y Mario Merz.

En cuanto a las influencias, señalar la del modernismo que conoció de niño gracias a las enseñanzas del crítico e historiador de arte Santiago Amón, tutor privado contratado por su padre. Las reminiscencias barrocas son evidentes en toda su trayectoria: juegos ópticos, suelos laberínticos, elementos arquitectónicos. Ël mismo señalaba como referentes a Naum Gabo, Pevsner, Henry Moore, Robert Smithson o Giorgio de Chirico.

A Juan Muñoz le fascina desde sus inicios la representación inconcreta y trascendente de la figura humana y, a través de tal concepto, sus piezas evolucionan hacia una cada vez más inquietante dualidad que juega con lo simbólico, los espacios y la confrontación con el espectador. Si al principio de su carrera ubica sus figuras entre construcciones cotidianas (balcones, escaleras, columnas), poco a poco obliga a esas figuras a ocupar dichos espacios. Jamás abandona el elemento narrativo en su escultura, cuya trama se forja en la objetividad, la monocromía, la ausencia de expresión.

Tales características se aprecian de manera clara en la escultura Conversation piece (1995), su obra cumbre y una de las piezas clave que exhibe el Museo Patio Herreriano. De hecho, se trata de un conjunto perfectamente integrado en la atmósfera intimista de la Capilla de los Condes de Fuensaldaña, que nos habla de la soledad y del silencio a la vez que parece indicarnos que no estamos invitados a participar en su conversación. La escena congelada, atemporal, carece de cualquier referencia espacial y coyuntural.

La exposición sitúa también la obra Pieza escuchando la pared (1992), perteneciente a la Colección Arte Contemporáneo, en diálogo con el conjunto de obras cedidas para la ocasión por instituciones públicas y colecciones privadas. El tentetieso en bronce escucha con atención y mirada tensa lo que se cuece (nadie sabe qué) tras la pared. La escena resulta inquietante y sugerente, evoca el sonido que no existe y el movimiento (que tampoco). Sólo la espera invade el espacio —uno de los claustros del museo— y acentúa la relación entre obra, espacio y espectador que Juan Muñoz exploró tenazmente a lo largo de su trayectoria.

Durante los años posteriores a la muerte del artista, surgieron diferentes discursos en torno a su escultura, entre ellas la recuperación de la estética del Arte Povera y la apuesta por la incorporación de tecnologías digitales. Pero él ya había experimentado con ambas a través de su propia ficción y los guiños a la tradición barroca que tampoco abandonó jamás Muñoz en sus composiciones. Especialmente significativa es la presencia barroca en The Nature of Visual Illusion (1994-1997), instalada en la Sala 9. Esta obra forma parte de lo que él denominaba “piezas de diálogo” en las que resulta imposible determinar quién habla y quién escucha. El espacio teatralizado enfatiza lal sensación de extrañeza.

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Tres imágenes o cuatro. Juan Muñoz, veinte años.
Museo Patio Herreriano. Capilla de los Condes de Fuensaldaña, claustros y salas 8 y 9.
Del 18 de septiembre de 2021 al 16 de enero de 2022.

Más información Museo Patio Herreriano



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