Exposición: Edvard Munch, mucho más que un grito.

Munch no era un tipo fácil. Tampoco la vida se lo puso en bandeja. Huérfano de madre a los cinco años, su infancia transcurrió entre la enfermedad y la muerte, las neurosis religiosas de un padre despótico, la tuberculosis de su hermana Sofía y el desequilibrio psíquico de su otra hermana, Laura. Pero no todo fue gris y borrascoso en la existencia del genial pintor noruego. También supo rodearse de arte y literatura y, aunque su carácter depresivo y rebelde forjó la leyenda del “artista loco” que nos ha vendido la historia, en el arte de Edvard Munch convive una peculiar mezcla de tradiciones artísticas y literarias, especulaciones esotéricas, mitos nórdicos, obsesiones religiosas y pasiones envenenadas.

Y entre toda esa amalgama de corrientes artísticas, creencias y sentimientos contrapuestos, Munch supo encontrar su propio lenguaje plástico, dramático, intenso; su propia escenografía cargada de simbolismo y reflejo de la mayor de sus obsesiones: diseccionar el alma humana. Formas planas y sinuosas, ambientes asfixiantes claramente influidos por el teatro de Ibsen y  Strindberg, la deformación expresiva del cuerpo o el empleo de texturas y técnicas experimentales son los ejes sobre los que gira la magnífica obra de un pintor cuya expresividad trasciende con creces el estereotipo de “loco atormentado” con el que se le ha identificado hasta hace bien poco. Porque Munch es mucho más que ese grito convertido en el símbolo universal de la angustia. Es pasión, deseo, amor, ansiedad, celos, nostalgia; es soledad y sumisión, sensibilidad y expresividad; es, en suma, un maestro, un creador excepcional que marcó la evolución del arte contemporáneo.

Con el objetivo de presentar una visión mucho más amplia de la prolífica obra de uno de los padres del arte moderno y del expresionismo abstracto alemán, el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid acoge la exposición Edvard Munch. Arquetipos. Comisariada por Paloma Alarcó y Jon-Ove Steinaug, y articulada en torno a los arquetipos emocionales recurrentes en el artista —melancolía, muerte, enfermedad, pánico, mujer, melodrama, amor, noche, desnudos y vitalismo—, la muestra se centra en los aspectos más desconocidos de su fuerza creadora, en su capacidad de sintetizar las obsesiones del hombre contemporáneo.

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Edvard Munch. Arquetipos.
Comisarios: Paloma Alarcó y Jon-Ove Steihaug
Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado 8. 28014, Madrid.
Del 6 de octubre de 2015 al 17 de enero de 2016. Horario: de lunes a domingo, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas.  Último pase una hora antes del cierre.