Derain, Balthus y Giacometti: amistad entre genios.

La exposición "Derain, Balthus, Giacometti. Una amistad entre artistas", que presenta la Fundación Mapfre en la Sala Recoletos (Madrid), explora la relación personal entre estos tres grandes artistas del siglo XX.

Derain, Balthus y Giacometti se conocieron en París. Corrían los primeros años 30 del siglo pasado. Balthus (Balthasar Kłossowski) inauguraba su primera exposición en la galería Pierre Loeb (1934) y los círculos intelectuales de Saint Germain y Montparnasse reventaban de bullicio. Poetas, y escritores (Cocteau, Jouve, Breton, Beckett, Sartre, Malraux, Camus…), diseñadores (Jacques Doucet, Paul Poiret), marchantes y artistas toda índole se mezclaban en los cafés bohemios de la capital francesa.

La amistad del trío fue consolidándose a medida que descubrían los numerosos intereses que compartían. No sólo el arte y la pintura. El mundo del teatro —entonces muy en boga—, la moda y el mercado artístico les llevó entablar relaciones con diseñadores como Dior y a colaborar en  proyectos teatrales junto a Marc Allegret, Boris Kojnó, Roger Blin y Jean‐Louis Barrault.

Balthus sobre Derain: “Le conocía bien. Era uno de los hombres más extraordinarios con los que he tratado nunca”.

El mayor de los tres, Derain, ejerció gran influencia sobre Balthus y Giacometti que, sin embargo, no se tradujo en un lenguaje común. Cada uno posee su propio estilo, aunque en su imaginario creativo confluyan inquietudes: el amor por el arte del pasado y las culturas primitivas y su apuesta por la figuración, en un entorno rendido ante la abstracción y el surrealismo.

“Alberto (Giacometti) era como dos personas. Una persona que era él mismo y otra que se reía de sí mismo”. Balthus.

La Fundación Mapfre, tras varios años de trabajo, estudios e investigación ha logrado reunir, con el apoyo del Musée d’Art moderne de la Ville de Paris, más de doscientas obras de los tres amigos, centradas sobre todo en el periodo comprendido entre las décadas de los treinta y los sesenta.

La muestra, comisariada por Jacqueline Munck —conservadora Jefe de patrimonio de museo parisino, donde se exhibió con gran éxito entre el 2 de junio y el 29 de octubre pasados— se estructura en seis secciones temáticas, cada una de las cuales aborda desde distintos puntos de vista las diferencias y similitudes entre los procesos creativos de Derain, Balthus y Giacometti.

“Derain es el pintor que más me apasiona, el que me ha aportado más y me ha enseñado más desde Cézanne; para mí, es el más audaz”. Giacometti.

Los maestros italianos, el arte egipcio y africano… marcan profundamente el imaginario personal de los tres artistas. Obvio, no de igual manera. La misteriosa e inquietante apariencia de las composiciones de Balthus tiene su origen en Piero de la Francesca, mientras que la estatuaria egipcia se refleja en muchas de las obras de Giacometti. En el caso de Derain, la consistencia casi mineral de sus naturalezas muertas procede de distintas influencias culturales, entre ellas la pintura realista del siglo XVI. En  los tres se percibe con intensidad la impronta de la escena y su participación en creaciones de decorados y figurines para ballets y montajes teatrales.

En la sección El sueño, visiones de lo desconocido todos ellos unen el tema clásico de la mujer acostada con su intimidad onírica. En Balthus el tema del sueño transcurre desde lo imaginario a la realidad, mientras que en Giacometti la escultura-ideograma condensa la ondulación del cuerpo femenino y la suavidad de un paisaje apenas descubierto. La exposición finaliza con La garra sombría, que reúne las obras marcadas por la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.

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Fundación Mapfre. Sala Recoletos (Madrid). Fechas: del 1 de febrero al 6 de mayo.

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Más información Fundación Mapfre



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