Anna Heringer: arquitectura, belleza y sostenibilidad.

«La razón de ser de mi trabajo es utilizar la arquitectura y el diseño para fortalecer la confianza cultural e individual, apoyar las economías locales y propiciar el equilibrio ecológico». Anna Heringer se podría haber entregado a la arquitectura convencional, a explotar su capacidad, su creatividad y su formación en la construcción de edificios sin compromiso social. Pero sus principios éticos personales le empujaron desde el inicio a apostar por la belleza, la sostenibilidad, el equilibrio y el entorno.

La visión arquitectónica de Anna Heringer defiende y define el valor estético de un edificio en función no sólo de su belleza, sino de la armonía de su diseño, estructura, técnica y materiales con respecto a su ubicación, el usuario final y contexto sociocultural. Ella, que creció en Laufen —un pequeño pueblo entre Austria y Alemania, cerca de Salzburgo—, descubrió el desarrollo sostenible en Bangladés a través de la ONG Dipshikha. Era 1997.

Desde entonces ha estado involucrada activamente en la cooperación para el desarrollo en el país asiático. De hecho, su trabajo de fin de carrera, la Escuela METI de Rudrapur, ha creado escuela en varias universidades de prestigio internacional: la ETH de Zúrich, la Politécnica de Madrid, la TU de Múnich o la Universidad de Harvard.

El Museo ICO acoge la exposición Anna Heringer. La belleza esencial, la primera monográfica en España dedicada la arquitecta alemana. Comisariada por Luis Fernández-Galiano, la muestra repasa su trabajo y analiza su interés en el desarrollo sostenible de nuestra sociedad y del entorno construido. El uso de materiales y técnicas locales para crear edificios característicos del lugar donde se ubican es otro de los pilares un sistema de trabajo basado en una máxima personal, “la forma sigue al amor, opuesta a la célebre “la forma sigue a la función”, instaurada por Louis Sullivan y la Escuela de Chicago.

“La obra ejecutada con su equipo es una rosa con espinas, protegida con púas como la inteligencia testaruda del erizo”, asegura Fernández-Galiano. Por ello la exposición se articula en torno a tres fábulas sobre este curioso animal, contraponiendo la proximidad social, la elegancia de lo cotidiano y la inteligencia testaruda frente al individualismo, la fastuosidad y el saber disperso. Se trata de una alegoría del desafío de la arquitectura Heringer (y el método Clay Storming) frente a la imperante prosperidad insostenible.

La sala principal contiene los proyectos de Bangladesh y la belleza deslumbrante de los textiles. Veladas por la humildad de lo cotidiano, las piezas evocan la refinada y fascinante vida interior de las personas modestas que Muriel Barbery describe en La elegancia del erizo. La tenacidad de Arquíloco —el erizo rescatado por Isaiah Berlin— se materializa en las obras de China, Marruecos, Ghana, Zimbabue, Alemania, Austria y España que alberga la planta inferior de la muestra. En la planta superior, a modo de homenaje a Schopenhauer y su alegoría sobre los erizos (para soportar el frío deben acercarse los suficiente, no lo bastante como para herirse con sus púas), se exponen imágenes y vídeos relacionados con el trabajo de Heringer y el manifiesto de Laufen promovido por ella sus compañeros de profesión y filosofía de vida.

La belleza de lo esencial podrá visitarse del 9 de febrero al 8 de mayo e incluye visitas guiadas y talleres para acercar la arquitectura a los más pequeños. Un espacio solidario facilita la adquisición de diferentes productos textiles elaborados por mujeres de Rudrapur (Bangladés). Gracias a la iniciativa colectiva de Anna Heringer, Veronika Lena Lang y Dipshikha, los beneficios íntegros se destinarán a Dipdii Textiles para la continuación de su actividad.