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Yamasá, la última melodía tabaquera de Davidoff.

Oettinger Davidoff ha necesitado dos décadas para dar con la mezcla perfecta: la de su nuevo cigarro Yamasá, con lo mejor del Caribe.

Cuando una firma como Davidoff se toma su tiempo, eso siempre es buena señal. En este caso, nada menos que 20 años es lo que ha necesitado Oettinger Davidoff para deleitar a su público con una nueva colección de cigarros: el Yamasá.

Fruto de los cultivos que Davidoff está desarrollando en las afueras de Santo Domingo, en la República Dominicana, una zona que también es castigada frecuentemente por temporales, nace un cigarro único. Aunque el Davidoff Yamasá no es solo dominicano, ya que su tabaco cuenta también con una combinación de hojas seleccionadas en Nicaragua. Eso sí, la envoltura y el capoté es de los cultivos de la región de Yamasá, de ahí su nombre y donde la firma ha centrado sus esfuerzos por lograr la mejor calidad.

Tras abandonar Cuba en 1989, Davidoff comenzó a cultivar en un país hasta entonces poco reconocido por los tabaqueros. Con resultados como Yamasá se aprecia que la inversión fue acertada. Y es que este cigarro de cuerpo profundo y complejo se revela en cata lentamente, a través de notas de frutos secos y especias, café, pimienta negra y madera de cedro.

Mezcla de dulzura y picante, se ha creado en cuatro presentaciones: Torro 52 X 6″; Pirámides 52 X 6″; Robusto 50 X 5″ y Petit Chirchil 50 X 4″. A la venta desde este otoño en el mercado norteamericano y las tiendas de Davidoff de todo el mundo, quiere convertirse en el gran referente del tabaco de lujo del siglo XXI.



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Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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