Tres Paradores para dormir como Reyes.
Tres castillos para pasar la Noche de Reyes
Si nuestros medievales reyes levantaran la cabeza y vieran sus castillos transformados en hoteles, maldecirían su suerte, porque ahora son mucho más cómodos, con camas king size en lugar de jergones de lana amazacotada, ascensores en vez de escaleras de caracol, buenos cocineros en los fogones y piscinas climatizadas. ¡Mi reino por un castillo-hotel!
Existen varios Paradores en castillos -Jaén, Sigüenza, Alcañiz, Benavente, Jarandilla, Ciudad Rodrigo, Hondarribia, Olite, Oropesa, Tortosa, Zafra…-, pero ninguno más moderno que el Parador de Lorca en Murcia. Moderno porque abrió en 2012 y porque es un concepto novedoso: un hotel de diseño contemporáneo integrado en un yacimiento arqueológico, el de la judería que poblaba el extremo oriental de la alcazaba lorquina, donde se ha exhumado una sinagoga del siglo XV.
Dicen los que saben de cromoterapia que el verde relaja mucho, y debe ser cierto, porque el castillo Parador de Alarcón en Cuenca, que levanta su almenada torre a más de 50 metros sobre las aguas del Júcar, verdes como un elixir de menta, fue el lugar donde el infante don Juan Manuel encontró, entre batallas e intrigas, la paz necesaria para escribir la mayor parte de su obra, en la misma villa medieval de Alarcón, declarada de Interés Artístico Internacional por la Unesco.
A los duques de Cardona los llamaban los reyes sin corona y, viendo el castillo donde vivían, se comprende por qué. Encaramado desde hace 1.100 años en un promontorio que domina la vega del río Cardener y la famosa Montaña de Sal, el hoy Parador de Cardona en Barcelona es una fortaleza de roca oscura imponente, que parece sacada de Juego de tronos.
Los amantes de la Historia, de la arquitectura medieval, del lujo entre piedras o… de los fantasmas, en cualquiera de estos Castillos, disfrutarán de maravillosos sueños.
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Parador de Lorca, Murcia
Tiene las ventajas de un castillo (estar rodeado de torres y murallas y gozar de unas bellas vistas sobre la vega hortícola del Guadalentín) y también las de un hotel moderno, como el spa o un cocinero que sorprende al comensal con un gazpacho blanco de poleo con helado de aceite arbequina. Quien busque grilletes, tapices raídos y almas en pena, este no es su castillo.
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Parador de Alarcón, Cuenca
La paz está garantizada en este castillo, el Parador de Alarcón es de los más pequeños (solo catorce habitaciones), y porque en sus remozadas dependencias se exhiben, en lugar de armaduras y pendones guerreros, cuadros de Tàpies, Redondela, Sempere… Obras que remiten al Museo de Arte Abstracto de Cuenca. O, sin ir tan lejos, a las pinturas murales abstractas de Juan Mateo que decoran la iglesia de San Juan Bautista de la Villa de Alarcón.
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Parador de Cardona, Barcelona
Un castillo que, por su ubicación y buen estado de conservación, nos transporta a la Edad Media en un abrir y cerrar de ojos. El recinto fortificado del siglo IX incluye, además, la torre Minyona y una iglesia, ambas del siglo XI. La ubicación de este impresionante castillo, en lo alto de un promontorio, nos regala unas espectaculares vistas del valle del río Cardener y del valle Salino.
Además cuenta con una habitación con fantasma, la 712.