Siete Islas: La ciudad en un lobby.

Un hotel que se deja impregnar de tendencias, movimientos y estilos que van dejando su huella día tras día.

No abundan los hoteles que se percatan de la importancia de su zona de recepción. Al fin y al cabo, es su carta de bienvenida, por mucho que sea relegada a mera área de paso. ¿Qué pasa cuando alguno de ellos decide, entre todas sus instalaciones, hacer del lobby el corazón del edificio?

Pues pasa que uno entra y, al momento, se enamora. Pasa que la vida de las calles traspasa las puertas y se instala en la barra a tomar una copa. Pasa que el hotel se deja impregnar de tendencias, movimientos y estilos que van dejando su huella día tras día. Pasa que se forja un carácter tan distinto, tan especial, que lo convierte en inolvidable.

Porque una estancia en el hotel Siete Islas de Madrid va más allá de una estancia al uso. Es más, ni siquiera es necesario quedarse a dormir en alguna de sus impecables 79 habitaciones para disfrutarlo. Su esencia está ahí mismo, nada más entrar, en ese espacio que nos saluda y nos invita a dejarnos llevar por el arte y la cultura de lo urbano.

¿Y en qué reside la clave de esa divertida simbiosis con el exterior? Sin duda, gran parte, en su situación, en el llamado Soho madrileño, entre Malasaña y Chueca. Por otro lado, en sus propietarios, la familia Rosa, cuyo patriarca ideó hace años una fórmula de hotel perfecta para que un canario como él llegara a la capital y se sintiera en casa. Lo que probablemente no esperara Juan Rosa era quedar, quizá, fascinado por el fragor capitalino. Tanto, que a día de hoy el resto de su saga ha peleado por, al menos, perfilarlo en el interior del negocio familiar. Y lo han conseguido.

La fusión con el entorno es perfecta. A ella ha contribuido la galería Kikekeller que, uniéndose a otros artistas y arquitectos, ha dibujado el espacio ideal con elementos que también alternan esa chispa cosmopolita con la comodidad del hogar: Es el hall, con su exquisito mobiliario e iluminación idónea, el primer paso de una futura transformación de este templo que pretende evolucionar al ritmo de las modas que marca la calle.

El vestíbulo del Siete Islas es una zona amplia y diáfana, en la que se relacionan materiales nobles como la piedra volcánica de Lanzarote, la madera o el acero. Kikekeller ha dado prioridad a la luminosidad, creando piezas exclusivas. Cada rincón es especial, predomina la armonía y cada mueble es una pieza de arte única.

En su bar se puede comenzar la mañana con un desayuno, un batido detox de frutas naturales o continuar el día con alguno de sus imaginativos cócteles. También se puede degustar su carta, creada a base de productos frescos y platos sencillos y rápidos como pueda ser el hummus, las ensaladas, sandwiches o un magnífico risotto de setas.

Entre bocado y bocado, conoceremos a algún pintor, a una actriz que recién termina su función, a un DJ que prepara la noche o a un ejecutivo que se toma el primer café del día. Todo un retrato costumbrista del Madrid del siglo XXI. ¿Lo mejor de todo? Ya lo hemos dicho. Se disfruta sin reserva previa.

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