Descanso de lujo en la fortaleza de los sentidos.

Al hablar de Sri Lanka, es casi inevitable que nuestra mente viaje a la epoca de las grandes expediciones geográficas, a los colonizadores, a las historias que, realmente, se producían en el continente indio, al norte, y no tanto en la ‘isla de la lágrima’. Pero eso no quiere decir que allí no se sucedieran aventuras o que su belleza tenga que envidiar a la de las costas de la vecina India. Al contrario, precisamente su insularidad ha permitido que allí la esencia siga casi intacta.

Rodeados de selva tropical, hoy viajamos al sur de la isla. Allí se encuentra The Fortress, un resort de lujo levantado en un lugar apartado, a 20 minutos en coche de la ciudad de Galle y su antigua fortaleza, a la que quiere rendir homenaje con su nombre. No es sencillo llegar si estás acostumbrado a prácticamente bajarte del avión y llegar a tu hotel, pues el aeropuerto más cercano está a dos horas en coche, pero es un viaje que ya por los paisajes que recorres merece la pena. Y eso sin saber lo que nos espera.

Para empezar, un resort auténtico, de puro lujo, en primer línea de playa de una de las más bonitas del Índico. Unas vistas que bien se pueden disfrutar desde las hamacas que están dispuestas donde muere la marea o desde su piscina al aire libre de arquitectura espejo, además de desde los pequeños balcones y miradores de las 53 habitaciones con las que cuenta el complejo (desde 185 €/noche).

Los huéspedes tienen allí la posibilidad de realizar todo tipo de excursiones. Por ejemplo, dar un paseo en barco por el cercano lago Koggala. Y si queremos quedarnos en el hotel, sin problema, pues nos espera un masaje relajante o un tratamiento cosmético en su spa, o una buena sesión de fitness y musculación en su gimnasio. Se llama Spa Naturel y todo lo que ofrece está basado en la filosofía Ayurveda.

La oferta de restauración es amplia. Heat es un restaurante terraza abierto a las vistas del mar, y en cuyos fogones se realiza el mejor tandoori, pero también se hornea una rica pizza. Si queremos sofisticación, hay que ir al Pepper, junto a la piscina, con cocina asiática de nueva creación, preparaciones interesantes y presentaciones hermosas. También tenemos la posibilidad de ir al Duo, solo para parejas, rodeados de botellas de vino y con un somelier a nuestro servicio, o tomar un cóctel en el T-Lounge.

Imposible no querer quedarse allí para siempre.