Ruta romántica tras los pasos de Luis II de Baviera.
Es uno de los personajes más controvertidos del siglo XIX tanto por su vida personal como por su labor política, pero si ha pasado a la historia es por el legado arquitectónico que dejó en Baviera.
Luis II de Baviera no es un personaje más en la lista de nobles y soberanos alemanes. Hijo del rey Maximiliano II y de María de Prusia, es uno de los máximos exponentes del interés y mimo que la Casa Real puso, especialmente durante su reinado, en el cultivo de las artes. Arquitectura, música y poesía vivieron un gran momento durante las dos décadas que fue monarca, y todo ello a pesar de su personalidad melancólica, a la moda del Romanticismo; y de sus labores políticas.
Vencido por Prusia, a raíz de la Guerra de las Siete Semanas tuvo siempre al gran vecino del norte como yugo; y tampoco ayudó que no engendrara heredero ni formalizara sus compromisos matrimoniales, derivado de su homosexualidad. Una vida con excentricidades pero, sobre todo, tristeza, derivaron en una esquizofrenia diagnosticada; aunque nada de ello le impidió dejar huella, sobre todo de cara al futuro de Baviera.
Gracias al empeño de Luis II en la construcción de castillos románticos con materiales exclusivamente bávaros, permitió el desarrollo de industrias que permitieron un gran enriquecimiento de la región hasta hoy. Seguir los pasos de su vida supone visitar estos castillos, pero también Múnich, capital del reino; y otros lugares que marcaron su vida.
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Castillo de Hohenschwangau
Fue la residencia durante la infancia del rey, construido por su padre, en el pueblo de Schwangau. Construido en una antigua fortaleza del siglo XII que quedaría en ruinas, se trata de un edificio de corte neogótico, perfecto para veranear y la práctica de caza. Hoy se encuentra allí el Museo de los Reyes Bávaros. Abre de 9 a 15.30 h. y la entrada, a partir de 12 € (la visita con guía no añade precio).
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Castillo de Linderhof
Situado en un valle cercano al pueblo de Oberammergau, es el único castillo de los que mandó construir Luis II que vio terminado y, además, el más pequeño de todos. Con un corte versallesco, llaman la atención su cuarto de espejos, el de tapices, la cámara de audiencias o el comedor; además de los jardines. Abierto de 9 a 18 h., todas las visitas son guiadas (entradas desde 8,50 €).
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Castillo de Neuschwanstein
Uno de los hitos turísticos de Alemania y uno de los castillos románticos por excelencia. Fue la última morada del rey, que quería supervisar personalmente su construcción. Es el edificio más fotografiado del país, con más de 1,4 millones de visitantes al año. Creado como escenario teatral por su estética, sus vistas son increíbles, tanto como su interior. Se puede visitar, comprando la entrada antes en Hohenschwangau (único lugar de compra y recogida de entradas), de 9 a 15 h. (en verano, de 8 a 17 h.).
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Lago de Starnberg
Se encuentra a alrededor de 25 km. al suroeste de Múnich y es de los más grandes de la región, con 21 km. de largo y unos 5 de ancho (en total, 56 kilómetros cuadrados). Aquí murió ahogado Luis II, pero también disfrutó de muchos días de diversión durante su infancia y juventud. Está situado en un valle glaciar y es zona de paso de aves migratorias. Perfecto para escapada en plena naturaleza.
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Iglesia de San Miguel de Múnich
Es aquí donde se encuentra enterrado Luis II, la iglesia renacentistas más grande al norte de los Alpes, edificada por Guillermo V de Baviera en el siglo XVI. Su fachada está llena de estatuas y su retablo es de los más interesantes del país. Además de Luis II, están enterados allí los duques de Baviera del siglo XVI y Otón I, el monarca que sucedió a Luis; entre otros.
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