«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme».
Con estas palabras, el escritor francés Stendhal expresó la fascinación que le produjo en 1817 su visita a Florencia. Forman parte de su libro ‘Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio’, y casi dos siglos después de su publicación, sigue siendo uno más de los muchos que han enmudecido ante la belleza del centro histórico de la capital de Toscana.
Belleza cultural y gastronómica, en tanto que nadie puede marcharse sin probar sus cantuccini, su Chianti o platos como la Pappa al pomodoro (un potaje con tomate y pan), la Ribollita (otro tipo de guiso) o la Panzanella (ensalada de pan que se come fría en verano). Y todo ello por no hablar de los ricos helados toscanos.
Esta primavera, serán muchos los que aprovechen la cercanía de Italia para programar un fin de semana romántico y cultural en Florencia. Para que no se pierdan ninguno de sus rincones más emblemáticos, repasamos los puntos imprescindibles, porque, aunque siempre es una delicia perderse entre sus calles adoquinadas y que la sorpresa acabe de guía, nunca está de más tener algunas referencias…
La plaza San Giovanni es el centro de la ciudad. Allí está la catedral gótica de Santa Maria del Fiore, proyectada por Arnolfo di Cambio en 1296. Brunelleschi la completó en 1436 con la grandiosa cúpula. Además, a la derecha, se alza el campanario, proyectado por Giotto en 1334.
El ‘David’ de Miguel Ángel se encuentra en la Galería de la Academia. Además, en Florencia se pueden ver otras como las tumbas de los Médicis (Cappelle Medicee) y la Biblioteca Laurenziana.
Frente al Duomo, el Baptisterio de San Juan (1128), de estilo románico florentino, recubierto con mármol blanco y verde. Su puerta este es la famosa Puerta del Paraíso.
Extraordinaria colección de pintura del siglo XIII al XVIII, fundada en 1581 por Francisco de Médicis en un palacio proyectado por Vasari. Obras de maestros como Botticelli, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Rafael y muchos otros.
No se visitan, sino que se degustan. Los dulces típicos florentinos, fantásticos acompañando una copa de Chianti. Los amantes de las galletas darán buena cuenta de ellos.
Sede de un hotel y un restaurante que son la quintaesencia del lujo y la maravilla gourmet de la ciudad. En pleno centro y dispuesto siempre a sorprender con menús de altura.
Son muchos los mercados tradicionales que jalonan el centro histórico de Florencia. Éste es uno de los más populares y en él se puede comprar tanto alimentos como artículos de marroquinería.
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