Carta de amor desde El Sueve asturiano.

Esta es la última carta que te escribo desde el hotel Rusticae El Babú y al igual que no supe cómo despedirme de ti antes de este viaje, no sé cómo voy a hacer lo mismo con este sitio. Creo que lo que me da fuerzas es saber que vuelvo para verte y que volveré aquí contigo. Han sido días muy largos, en realidad el tiempo se ha detenido. Creo que son estas montañas, la Sierra del Sueve. He recorrido Asturias y nunca me había parado a contemplarlas como lo hago ahora con sus prados verdes. Es curioso cómo un paisaje así se esconde a menos de dos kilómetros del Mar Cantábrico. Te miento, no está tan escondido, está entre Colunga y Ribadesella y muy cerca del pueblo donde grababan la serie de televisión que tanto te gustaba.

Precisamente de esas noches viendo películas y series me acordé ayer. Aquí, en El Babú, tienen un enorme salón con chimenea, colección de DVDs y un enorme ventanal a la naturaleza que durante el día es el camino de entrada de la luz. Cuando no estoy allí, salgo a la terraza con algún libro y pierdo la vista en el horizonte contagiándome del olor a verde.

Aunque el hotel no tiene más de diez habitaciones, ya he visto pasar por aquí a todo tipo de gente. Algunos son simplemente viajeros que realizan excursiones a Gangas, Covadonga, Lastres o Valdediós. Otros salen muy temprano a practicar deportes de aventura, piragüismo o golf. Por las mañanas, mientras desayuno, les veo salir totalmente equipados. ¿No te he hablado de los desayunos? Cuando el tiempo acompaña los sirven en la terraza y aquello… aquello es un placer. Tienen un buffet variado que por las noches se transforma en un menú más íntimo bajo las velas. Todo con productos de la zona, así que no te extrañe que vuelva con algunos kilos de más.

Esta tarde la pasaré en la Playa de Caravia, es muy solitario, pero muy relajante. Será mi despedida de aquí, pero pienso reservar para nosotros. Tienes que vivir esto.