Versace-Gaga. Separadas al nacer.

Hay cosas que cuando uno las ve, simplemente tienen lógica. Más allá de gustos, modas y tendencias del showbizz, lo que es innegable es que ambas marcas (sí, Lady Gaga, además de artista es una marca), tenían que unirse en algún punto. Estaban destinadas a ello.

Por un lado tienes a Versace, un emporio que representa el desparpajo, la provocación, la extravagancia inteligente. Una actitud teatral, si se quiere, tanto arriba como abajo de las pasarelas. Un concepto fuerte, una actitud definida. Porque aunque a veces no se comprenda del todo alguno de sus diseños, uno termina de entenderlo sabiendo qué firma está detrás. Y se queda con esa cara de «Ah… ahora sí.»

Y la cantante, provocadora como pocas, a veces con más acierto que otras, genera tendencia, buzz, cotilleo, noticia o como quieras llamarlo. Es innegable que cuando cruza la puerta de su casa, lo que lleve puesto y lo que haga, será portada.

Y además, Donatella y la Gaga son amigas. De esas que se mandan mensajes de amistad profundísima entre flash y flash. Y se admiran. Y se respetan. Y también comparten una actitud. Cada una con su estilo y su público, pero tienen en común genes transgresores.

Así que el hecho de que Versace se apoyara en la artista para la promoción de su colección primavera-verano 2014, tiene mucho sentido.

Las imágenes fueron tomadas por los fotógrafos Mert Alas y Marcus Piggott, Mert & Marcus, para los amigos, conocidísimos en el mundo fashion por sus retratos de mujeres poderosas y sofisticadas, portadas de todas las mega revistas de moda y más.

En las imágenes de la campaña podemos ver a una Gaga que emula a una jovencísima Donatella pre botox.

Según palabras de la italiana, en las fotografías se trató de capturar la esencia de la belleza y el verdadero espíritu de la cantante que pareciera que lleva en su cuerpo el ADN de Versace: lo creativo, lo experimental y lo arriesgado.