China enrojece con Valentino.
Un manifiesto de intenciones, una clase de estilo, un desfile en el que occidente y oriente fueron rojos. Shanghai.
Fue un día rojo. Rojo de verdad. Como los de Holly, pero sin Tiffany’s (y qué más daba, pensaría ella). Y es que la gran Maison italiana de la moda se ha vuelto a apoderar del rojo en todas sus expresiones y tonalidades y lo ha hecho –por si no hubiese suficiente simbología ya- en China. La de Mao y Xi Jinping, la de los osos panda y las galletas de la suerte, la del comunismo contemporáneo y la bandera roja. Esa China.
Allí Valentino acababa de abrir un fantástico flagship store y, aprovechando la inauguración, presentó para un público enfervorecido su colección Shanghai 2013, una espectacular oda al rojo Valentino creada -muy inteligentemente- por sus directores creativos, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli. La ciudad más poblada del país asiático asistió aquel catorce de noviembre a un auténtico “manifesto” de intenciones, donde la Alta Costura y el Ready-to-Wear se conjugaron con acierto ante la atenta mirada de valentinistas y curiosos.
Organdís, terciopelos, chiffón y muselinas dieron forma a vestidos largos en los que las transparencias jugaron a hacerse las tímidas, rodeadas de encajes y flores. Las siluetas evasé prefirieron ceñirse en la cintura, mientras las oversize se decantaron por remarcar los hombros. Dos formas de entender la feminidad (dos culturas) que la casa Valentino continúa interpretando a las mil maravillas, incluso en tierras lejanas.
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