Sin rubor.
Blush Lingerie, una firma de lencería de Montreal... para el mundo.
Sin rubor, o con el arrebol justo, el que enciende las mejillas e ilumina el rostro, el que favorece, embellece y seduce… Así lucen las mujeres Blush, una firma de lencería canadiense que, desde que diera sus primeras puntadas en 1959, no ha hecho sino evolucionar y crecer enamorando a quienes lucen sus prendas… y a quienes las regalan.
La seducción es un juego de sutilezas y coqueteos, de miradas que se cruzan y se pierden, de sonrisas que se comparten anticipando el beso, de picardía, de imaginación, de diversión y de lencería, porque esas prendas que de tan íntimo se esconden siempre bajo la ropa aunque no muestran más -a veces incluso menos- de lo que enseña un biquini, evocan misterio, piel y lo prohibido, el deseo compartido y ansia de alcanzarlo.
Y por eso la elección de nuestras prendas íntimas es asunto al que dedicarle tiempo y esmerado cuidado, porque ellas dicen de nosotras mucho más de lo que imaginamos; esto es algo que en Blush han sabido entender desde sus comienzos y es, probablemente, la clave de su éxito y de su salto de Montreal al resto del mundo.
En Blush piensan en una mujer contemporánea, independiente y segura de sí misma, de su cuerpo, su gusto y su intención; piensan en ese punto de sofisticación que nos encanta, en la discreción y elegancia del negro, la sutileza de un encaje y el atrevimiento de una transparencia… piensan en vestirte antes de vestirte, en el secreto que lucirás para ti entre tu piel y tu ropa, en el placer de vestir íntimamente bella… e incluso de mostrarte.
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