Una dama en París
Una historia sabida a disfrutar como se disfruta de lo que se sabe
Anne (Laine Mägi) deja Estonia para viajar a París cuando fallece su madre, de quién ha estado cuidando. En la capital francesa entrará a trabajar para Frida (Jeanne Moreau) una anciana, también estonia, pero que vive en París desde los 10 años. Frida es una solitaria recalcitrante y de trato complejo, que tan sólo tiene a su lado a Stéphane (Patrick Pineau) , un ex-amante del que le separan muchos años y al que ofreció el bar que había sido de su marido. Anne pondrá toda su voluntad en establecer una buena relación con Anne, pero todos sus esfuerzos chocarán con la personalidad de Frida.
Es posible que nos suene, y mucho, la base narrativa de Una dama en París: el anciano gruñon (en este caso anciana) que aparenta ser una mala persona cuyo pasado siente que le da todo el derecho a comportarse como un tirano ante los demás, y que tras conocer a una persona que le cuida, a un familiar o incluso a un vecino, transforma esa personalidad gruñona en amistad y amor inquebrantable hacia ese otro personaje. En efecto, es cierto que el director Ilmar Raag nos lleva por ese tan conocido camino. Pero hay un par de detalles al menos que hace de Una dama en París un ejercicio de cine si no notable, si muy interesante. Una es, por supuesto, Jeanne Moreau, una de las grandes damas del cine francés, europeo y mundial. Su sola presencia, su sola actuación es ya motivo suficiente para acercarse al cine. Su esmero en los detalles, su mirada. Lo que nos muestra y lo que nos esconde.
El segundo detalle, claro está, es París.
Título original: Une estonienne à Paris (A Lady in Paris)
Año: 2012
Duración: 94 min.
País: Francia
Director: Ilmar Raag
Guión: Ilmar Raag, Agnès Feuvre, Lise Macheboeuf
Música: Dez Mona
Fotografía: Laurent Brunet
Reparto: Jeanne Moreau, Corentin Lobet, Laine Mägi, Ita Ever, Fabrice Colson, Patrick Pineau, Piret Kalda, Helene Vannari, Ago Anderson