Enemy.
Hay películas que se deben ver simplemente por distintas.
De ver Enemy vas a salir con dos cosas, a saber: una comedura de tarro del 7 y unas ganas de discutir terribles con alguien que haya visto la película. Puede que también salgas con ganas de mandar a tomar vientos al director, Denis Villeneuve, e incluso que te apetezca directamente volver a entrar en la sala a verla. Lo que es seguro es que no saldrás indiferente.
Enemy es la muy libre adaptación de la novela de Saramago El hombre duplicado, donde un profesor de historia encuentra por casualidad a un actor que es idéntico a él, a partir de lo cual ni su vida ni la de su doble exacto volverán a ser las mismas. Se trata de una película sin duda alguna distinta, muy personal, con una apariencia irreal y que, pese a todo esto, termina por enganchar. Muy meritorio Jake Gyllenhhal encarnando a los dos gemelos que nos van mostrando un puzzle en el que intentaras ver la imagen final que resulta, pero sin terminar de poner las piezas clave. Las preguntas se van acumulando, y la sensación de desasosiego es continua. Y seguirá después de verla, a no ser que simplemente la desprecies por galimatias incomprensible, que también puede ser.
Hay películas que se deben ver simplemente por distintas, por dejar algo después de verlas distinto al poso habitual de que te gusten o no. Enemy, sin duda, es una de ellas.