El último cazador.

David Martin (Willem Dafoe) es un cazador contratado para descubrir si es cierto que aún existe un último ejemplar del Tigre de Tasmania, una especie que se creía extinguida. Al llegar al territorio donde cree que puede encontrar al animal, se encuentra con que debe establecer su campamento junto con una mujer, Lucy (Frances O’Connor),  y sus hijos, la familia de un activista que lleva varios meses desaparecido, al parecer debido al conflicto entre ecologistas y madereros. Martin inicia la búsqueda y captura del tigre, al tiempo que la relación con la familia se convierte en algo extraño para un solitario cazador como él.

Existe la tristeza porque sí, esa melancolía que a veces nos atrapa sin saber porqué, que nos captura mientras miramos una gota de lluvia resbalando por el cristal. Y existe la tristeza pensada, confirmada por lo absurdo, la que viene del cansancio de lo cotidiano, de la fragilidad de nuestras vidas, la tristeza del que sabe que todo el mundo es imperfecto, incluidos nosotros mismos. Esa tristeza tiene una belleza especial, la que destila precisamente El último cazador, la personalidad y el excelente trabajo de Willem Dafoe, la mirada de Frances O’Connor, los salvajes, inmensos y bellos pasajes de Tasmania, la tragedia sorda y dura que supone el fin de una especie, la inutilidad de nuestra sociedad ante la naturaleza. El último cazador es una película triste. Y profundamente bella.

Para los amantes de la tristeza razonada, de los paisajes en silencio y las miradas lejanas.

Título original: The Hunter
Año: 2011
Duración: 88 min.
País: Australia
Director: Daniel Nettheim
Guión: Alice Addison, Wain Fimeri (Novela: Julia Leigh)
Música: Andrew Lancaster, Michael Lira, Matteo Zingales
Fotografía: Robert Humphreys
Reparto: Willem Dafoe, Sam Neill, Frances O’Connor, Sullivan Stapleton, Dan Wyllie, Callan Mulvey, Jacek Koman, Morgana Davies, Jamie Timony, Dan Spielman