El Hobbit: La desolación de Smaug.
Si has leído El Hobbit, no hace falta que te recomiende ir a ver esta segunda parte de la adaptación cinematográfica que llega a nuestros cines.
Yo lo hice antes. Mucho antes. Yo rodé una película, alucinante y plena de efectos especiales, sobre el universo de la Tierra Media creado por el amigo Tolkien. Mucho antes que Peter Jackson. Cierto es que sólo tuvo un espectador, yo mismo. Y sólo un lugar de rodaje, producción y exhibición: mi imaginación. Y era la leche.
Hay que puntualizar que seguro que no fue la única que se hizo. Hubo miles, cientos de miles, millones. Porque estoy seguro que cada lector de El Señor de los Anillos, el Hobbit y demás libros que configuran ese universo, se montó en su imaginación los decorados, los rasgos de los actores, los encuadres, los sonidos… todo lo necesario para crearse una película de lo que leia.
Si has leído El Hobbit, no hace falta que te recomiende ir a ver esta segunda parte de la adaptación cinematográfica que llega a nuestros cines. Estoy seguro que ya habrás tachado el día del calendario en el cual vas a ir al cine. Pero si por casualidad tus ojos no se han acercado aún a ese libro y te interesa la película, porque no paras de ver trailers maravillosos llenos de acción, aventura, efectos especiales y fantasía, te aconsejaría que te tomaras el tiempo necesario para leer antes el libro. Y para montarte tu película, para que tu imaginación vuele entre elfos, enanos, dragones, hobbits, magos y demás habitantes de la Tierra Media.
Y luego, compara tu trabajo con el que ha hecho Peter Jackson. Puede que la única diferencia sea que al suyo le están dando más publicidad. Pero tu sonrisa delatara que no hay nada como la imaginación de cada uno. Por mucho, voto a bríos, que el neozelandes logre acercarse, que lo hace.