El ciudadano ilustre, Después de la tormenta y Las furias.

Esta semana de películas, la cosa va de familias, de cambios inesperados, de eso que nos pasa día a día y llamamos vida. ¿Hace un cine?

Tres reuniones en tres puntos del mundo tan diferentes y tan lejanos entre sí como Japón, España y Argentina. Tres situaciones de esas que producen cambios profundos en nuestras vidas, puntos hacia donde vamos o desde donde venimos. El escritor protagonista de El ciudadano ilustre es ni más ni menos que un Nobel de Literatura, de esos renuentes a todo tipo de homenajes, cuya carrera está basada en retratar a su manera la vida del pueblo donde nació, Salas. La misma localidad que le nombra ciudadano ilustre y que le invita a recibir la condecoración. Inesperadamente, acepta, y nosotros se lo agradecemos porque así podemos disfrutar de las situaciones tragicómicas que surgen en ese encuentro. De Argentina nos vamos al Japón de Después de la tormenta, pero sin cambiar el oficio del protagonista, también escritor, aunque en este caso más modesto y aparentemente con más problemas en su círculo familiar, con el que se ve obligado a convivir estrechamente debido a un tifón, dando lugar a los consecuentes enfrentamientos.  También es una reunión familiar un tanto extraña la que nos lleva a España en la película de Miguel del Arco Las furias, donde un inesperado anuncio, el del viaje hacía no se sabe donde de la madre, da paso a otro no menos sorprendente, el de una boda entre dos personas que todos pensaban que iban a separarse. La vida te da sorpresas… ¿Hace un cine?

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El ciudadano ilustre, de Mariano Cohn y Gastón Duprat

Daniel Mantovani vuelve al pueblo que le vio partir para escribir sobre sus habitantes y su manera de vivir mientras residía a miles de kilómetros en la Europa que que él toma como el summun de la cultura. En cierto modo, ese pueblo, Salas, le entrega su Nobel de literatura, pero a la vez es algo tan lejano como la infancia. Ironía y sarcasmo a raudales en una gran interpretación de Óscar Mártinez. Un espléndido guión repleto de mala leche acerca de eso que damos en llamar cultura y sus aledaños (y alelados).

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Después de la tormenta, de Hirokazu Koreeda

Como el anterior trabajo de Hirozaku Koreeda, Nuestra hermana pequeña, Después de la tormenta es un fino trabajo de orfebrería cinematográfica alrededor de la vida y las relaciones familiares y personales. El director japonés nos va colocando con sumo cuidado un bello elemento acá y otro allá, llamando nuestra atención y cuando queremos darnos cuenta estamos ante un conjunto que nos sorprende. Cine de autor a descubrir las veces que haga falta.

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Las furias, de Miguel del Arco

Una de esas reuniones familiares a las que el cine nos tiene acostumbrados, y que ya sabemos que puede acabar saliendo por los cerros de Úbeda. Y más claro, si la peícula en cuestión es el primer trabajo como director del excelente dramaturgo Miguel del Arco, que sabe dar potencia escénica a los actores que componen los personajes de esta familia, para que nos enreden en sus relaciones. Mucho teatro en pantalla, mucho personaje potente, mucha palabra. Interesante.



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