12 años de esclavitud.
Tiene el poder de emocionar contándonos una historia que creíamos ya sabida.
Hay temas en el cine, en la vida, que tenemos ya por establecidos y superados, incluso en algunas ocasiones hasta trillados. De ellos solemos opinar la mayoría en la misma dirección y no hay prácticamente ya ningún acercamiento a ellos que nos emocione más de lo que nos emocionaron las primeras películas que vimos sobre ello, o nos proporcione un nuevo punto de vista. En ese saco podemos meter el Holocausto Nazi o la esclavitud en Estados Unidos, dos temas sobre las cuales todo el mundo suele expresar su desasosiego y rechazo, pero que de tanto tratarlos se han convertido en lugares comunes.
Por eso es más sorprendente y meritorio el caso de 12 años de esclavitud. Porque tiene el poder de emocionar contándonos una historia que creíamos ya sabida, contada. Y sin embargo, la historia -un caso real- de Solomon Northup, un hombre libre al que secuestran para convertir en esclavo y que de repente se encuentra luchando por su libertad en medio de Louisiana, nos emociona y nos absorbe como si viviéramos con él ese giro brutal en su vida. Interpretaciones memorables de Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender, y una dirección de Steve McQueen no menos magistral, para llevar, sin duda, a 12 años de esclavitud a convertirse en todo un clásico.
No es que sea recomendable ir al cine a ver este peliculón… es que es imperdonable no hacerlo.