Millones y abundantes razones.
Mantenerse al margen es complicado, aunque lleva adherido un enorme plus de atracción.
Elena lleva exponiendo desde 1976. Ha convivido con todo tipo de experiencias: conceptuales, políticas, figurativas, geométricas y analíticas o neo-expresionistas. Pero siempre ha ido a su aire. Que mantenerse al margen es complicado –o natural-, y lleva adherido un enorme plus de atracción.
La obra de Elena Blasco –Madrid, 1950– estimula los sentidos, y la mente. Agradable, llamativa, plástica, enérgica, esponjosa, dulce, simple,… su rasgo fundamental es que combina cualquier tipo de material en una misma obra. Pinturas, volúmenes, fotografías, esculturas o telas, por ejemplo, que invaden el espacio expositivo, saliendo y entrando de su propio hábitat. Todo se acompaña de humor e ironía, y color, mucho color.
“Elena Blasco. Millones y abundantes razones” es una exposición que acaba de inaugurarse en la Sala Alcalá 31. La muestra comprende una selección de 140 obras que abarca la producción de esta artista madrileña de las últimas tres décadas. Pinturas, esculturas, fotografías, instalaciones, dibujos, múltiples y obra gráfica, descritos con textos dinámicos y punzantes, como, por ejemplo, “John en judías, 1999”, “Pensamiento fértil a más no poder, 2004” ó “Al deseo, lo meneo, 1991”.