El viaje como utopía.

Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. Así define la RAE el concepto “utopía”. Un concepto aparentemente volátil, casi efímero, prácticamente irrealizable. Sin embargo, si profundizamos en su etimología, la utopía puede llegar a convertirse en una realidad pues “ella” está alcance de toda imaginación, de todo sueño y, por qué no, de todo viaje.

Y es precisamente un viaje utópico el que la Galería de Arte Ansorena pone al alcance de nuestra mano. De nuestros ojos, más bien. Y lo hace a través de la pintura mágica, detallista, con gran dominio de la técnica y casi hiperrealista del madrileño Carlos Díez Bustos. 

El viaje como utopía –así se titula la muestra que nos presenta Ansorena- es un proyecto pictórico que el artista lleva desarrollando más de veinte años. Un viaje a través de la arquitectura y del paisaje que esta vez incluye un nuevo elemento, el tiempo y su transcurrir, lento o voraz, pero siempre inexorable. Paseos que nos llevan de Gales a Madrid a través de animales fabulosos y edificaciones históricas obligándonos a reflexionar sobre el concepto de la “pintura de arquitectura”.

Pero este viaje tan particular también se adentra en la atmósfera intimista de las bibliotecas. Bibliotecas reales de familiares y amigos cargadas de recuerdos personales que definen a la perfección personalidades concretas. Bibliotecas en las que los libros pierden su protagonismo para cederle el paso a los objetos que las adornan, a su luz, a su atmósfera como elementos definitorios del carácter de su propietario.

Un viaje, en fin, repleto de nuevas perspectivas y formas de representación, con el que el pintor vuelve a sorprendernos, tal y como lo hizo en sus inicios.

Ansorena