Allan Stewart Konigsberg, conocido artísticamente como Woody Allen, es, en pleno siglo XXI, un hombre del Renacimiento, un artista polifacético que mira al mundo con igual dosis de realismo que de humor. Ese modo suyo de mostrar la realidad tal como es, y hacerlo con fina ironía y un punto o dos de sarcasmo, con humor y llevando a la hipérbole el mundo que ve y en el que vive, le ha valido el reconocimiento de público y crítica. Allen ostenta el récord de nominaciones a los Oscar al mejor guión original -quince nominaciones y tres victorias-; ha estado nominado siete veces a un Oscar como Mejor Director; sus actores han estado nominados dieciséis veces, y seis de ellos se llevaron el Oscar; ha ganado siete BAFTA, dos César, la Palma de Oro de Cannes y el León de Venecia, además de un Premio Príncipe de Asturias. Pero a él parece que todo esto le interesa poco pues por nada del mundo falta a su cita en el neoyorkino Café Carlyle, donde cada lunes toca el clarinete con su banda de jazz al estilo de New Orleans. Todo empezó cuando con apenas 24 años acudió por primera vez a la consulta de un psiquiatra porque era incapaz de afrontar sus conflictos interiores.
A pesar de su juventud, por entonces ya había vendido unas cuantas historias divertidas a la prensa, había debutado en la radio y trabajado como guionista profesional en programas de televisión y espectáculos de variedades. Además, ya se había casado con Harlene Rosen, una estudiante de filosofía que le vino muy bien para mejorar su formación autodidacta. El joven Allen vivía muy deprisa y eso le llevó al psiquiatra. Una costumbre que no solo no abandonaría sino que incorporaría a su cine. Así puede comprobarse en la que se considera su ópera prima, el falso documental Toma el dinero y corre, que incluye las declaraciones del psiquiatra que trata en la cárcel a Virgil Starkwell, el cleptómano protagonista interpretado por el propio Allen. Le siguieron Bananas, El Dormilón y La Ultima Noche de Boris Grushenko, pero es la decisiva Annie Hall, con la que consiguió 4 Oscars, la que lo convierte en una figura clave del panorama cinematográfico mundial del último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI.
Después llegó la oscura Interiores, y después la adorada Manhattan, y la polémica Stardust Memories, y comedias, dramas y melodramas como Zelig, Brodway Danny Rose, La rosa púrpura de El Cairo, Hannah y sus hermanas, Días de radio, Otra Mujer, Delitos y faltas, Maridos y Mujeres, Balas sobre Broadway, Poderosa Afrodita, Desmontado a Harry, Acordes y desacuerdos, Match Point, Vicky Cristina Barcelona, Midnight in Paris, A Roma con Amor, Blue Jasmine… Además, ha escrito un puñado de buenos libros, y unos cuantos artículos para la prestigiosa The New Yorker, convertidos en bestsellers mundiales cuando se publicaron como colecciones.
Las películas de Allen poseen un sustrato existencialista de las preocupaciones humanas que emplea como material humorístico. El sentido de la vida, la inconsistencia de los referentes morales, la obsesión, la imprevisibilidad y el azar en las relaciones entre las personas son algunos de sus temas preferidos. Éstos trascienden sobre sus personajes, especialmente los de perfil psicológico turbulento, interpretados por el mismo Allen, para arrancar del espectador carcajadas liberadoras, aunque paradójicamente dolorosas.
“Hay dos tipos de personas en el mundo, los buenos y los malos. Los buenos duermen mejor, pero los malos parecen disfrutar las horas del día mucho más.”
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.
Abogado, doctorado en ciencias políticas y presidente número 28 de Estados Unidos, Woodrow Wilson nació en Staunton, Virginia, el 28 de diciembre de 1856. + ver