E.M. Forster, el último escritor de un tiempo que se fue. Biografía, citas, frases.

Elegante narrador, Edward Morgan Forster nació el 1 de enero de 1879 en Londres.

E.M. Forster era hijo de un arquitecto de descendientes irlandeses y una ama de casa cuya familia pertenecía a la clase media-alta. No había cumplido los dos años cuando murió su padre, a los 36, de tuberculosis. Este doloroso acontecimiento convirtió a su madre en una mujer demasiado preocupada por la salud de su hijo, mientras le mimaba e insinuaba que era muy delicado.

Además de su madre, Forster tuvo una relación muy cercana con su tía abuela Marianne Thornton, que murió cuando Forster tenía 9 años, dejándole una herencia de la que pudo vivir toda su vida sin necesidad de trabajar para ganarse el sustento. Dos años más tarde, Forster fue enviado a un internado cerca de Eastbourne, donde su madre le tuvo que recoger porque no aguantaba las burlas y las agresiones físicas de sus compañeros, y después a una Public School en Tonbridge, donde se ofrecía educación a los day-boys.

Las llamadas Public School eran instituciones de enseñanza elitista y privada en las que los jóvenes vivían en régimen de internado, aunque algunas, como era el caso de Tonbridge School, ofrecían educación a los niños que vivían cerca. Allí eran educados en unos valores e ideales victorianos de uniformidad y crueldad, método consagrado por los propios profesores que lo consideraban un sistema de selección natural. Terminado el tiempo en Tonbridge, Forster se fue a Cambridge, donde estudió Filología y Literatura Clásica en el King’s College. Allí encontró lo contrario que había encontrado en Tonbridge, un entorno liberal con actitud contra la enseñanza en las Public School muy similar a la suya. En este ambiente empezó su carrera como escritor.

Después de haber terminado sus estudios, Forster volvió a vivir con su madre, con la que viajó a Italia en el año 1901. Aquí encontró las ideas para su primera novela Donde los ángeles no se aventuran, publicada en 1905, y tiempo después El viaje más largo, Una habitación con vistas y Howards End. Aunque no fue nunca miembro del Grupo de Bloomsbury, Forster tenía mucho contacto con los miembros de este grupo de intelectuales, artistas y científicos como Virginia y Leonard Woolf, Roger Fry, Vanessa y Clive Bell, John Maynard Keynes y muchos otros, puesto que la mayoría habían sido sus compañeros en la Universidad.

Después, se convirtió en el tutor privado de latín de Syed Ross, un joven indio del que llegó a ser gran amigo y con el que conoció y aprendió a amar la India. Tras una larga pausa en la que viajó mucho – Italia, Grecia, La India- y trabajó para la Cruz Roja en Egipto, Forster escribió la novela Pasaje a la India, la última en ser publicada durante su vida.

Posiblemente para proteger los sentimientos de su madre, Foster nunca dio a conocer públicamente su homosexualidad, de la que había sido consciente desde la infancia. Se supone que por esta misma razón, no tardó en publicar su novela Maurice, y por la que no tardó en abandonar su brillante carrera literaria. Después de la muerte de su madre, en 1946, el King’s College le ofreció a Forster un honorary fellowship y un piso en el College, donde escribió, enseñó y vivió hasta su fallecimiento en 1970.

Sus Citas y Frases célebres

  • 1 / 9

    “Las aventuras llegan, pero no puntualmente.”

  • 2 / 9

    “La vida nunca nos da lo que queremos en el momento que consideramos adecuado.”

  • 3 / 9

    “La vida -escribió un amigo mío- es un recital público de violín en el cual uno va aprendiendo a tocar el instrumento mientras va interpretando.”

  • 4 / 9

    “Desconfía de todas las empresas que requieren vestidos nuevos.”

  • 5 / 9

    “Retengamos la idea de lucha: toda acción es una batalla; la única felicidad es la paz.”

  • 6 / 9

    “La prueba final de una novela será el cariño que nos inspire; la misma prueba que hacemos a nuestros amigos y a todas esas otras cosas que no podemos definir.”

  • 7 / 9

    “Todo el mundo nace, pero nadie recuerda cómo. La muerte sobreviene como el nacimiento, pero tampoco sabemos de qué modo. Nuestra experiencia última, al igual que la primera, es conjetural. Nos movemos entre dos oscuridades.”

  • 8 / 9

    “Los libros largos, cuando se leen, son normalmente sobrevalorados, porque el lector quiere convencer a los demás y a sí mismo de que no ha perdido el tiempo.”

  • 9 / 9

    “Es un error creer que siempre van a existir los libros. La humanidad no los ha necesitado durante millares de años; puede decidir hacer otra vez lo mismo.”



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