Una taberna oscense.
Claro que hablamos de una tarberna con estrella michelín... Lillas Pastia.
Así como el verano llama a costa y mar, el otoño se acomoda en el interior y la montaña aunque siempre, lo de menos viene a ser en este caso la estación, con buen gusto y mejor sabor, alrededor del deleite de los sentidos.
De eso precisamente, del deleite de los sentidos, se ocupan en Lillas Pastia, un restaurante -taberna dicen ellos de sí mismos- que abrió sus puertas el 9 de agosto de 1995, el mismo día en el que se celebraba el 150 aniversario de la Carmen de Merimée; casualidad o no, a día de hoy el restaurante mantiene un menú nombrado del mismo modo que la célebre obra.
La cocina de Carmelo Bosque resulta de un buen gusto incuestinable, tanto como para recibir una estrella michelín cuando su establecimiento contaba tan solo tres años de vida y para, tras el pequeño disgusto de perderla 11 años después, haberla recuperado para hacerla suya por siempre.
Dice la sabiduría popular -hija de la experiencia y por tanto pocas veces errada- que cada maestrillo tiene su librillo y ésto aplica también en cocina; cada cocinero, además de sus ingredientes predilectos y sus propias ideas, tiene su toque maestro que, en el caso de Carmelo Bosque, es la trufa negra.
La trufa despertó su curiosidad aun antes de conocerla bien, fue esa inquietud la que lo llevó a saber del mercado de trufa negra de Graus en el que se mueve, en invierno, lo mejor de este hongo; su aroma lo conquistó irremediablemente y hasta el punto de que nunca olvida el toque de trufa negra cuando afronta la creación de los grandes platos de su menú.
Al repaso de su carta -tómese este apunte como advertencia- resulta difícil no rendir gusto e intención a una visita a Huesca en este recién estrenado otoño: entrantes como el arroz de trufa de verano, ensalada de espárragos montañeses con pulpo glaseado o foie grass con anguila laqueada, nabo y setas; pescados como el mero con jugo de pollo y almendra, atún, limón, frutas y miso o bacalao con crema de ajoarriero y ajo negro; carnes como el rabo de buey estofado al anís estrellado o el clásico steak tartare; y el postre… melocotón, té y cardamomo verde, yogurt y violetas o un irlandés.
Irresistible tentación la de esta tarberna oscense…
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