Restaurante gastronómico y bistró son los dos formatos que ha inaugurado. Rodrigo de la Calle cultiva y cocina en El Invernadero.
El chef vuelve a sorprender con sus investigaciones, técnicas y elaboraciones. La revolución gastrobotánica tiene ahora un nuevo escenario en Collado Mediano, en la sierra madrileña.
No podía pasar mucho tiempo sin noticias de uno de nuestros chefs más geniales y, cuanto menos, originales. El creador de la llamada gastrobotánica, Rodrigo de la Calle, quien consiguiera una estrella Michelin para su restaurante en Aranjuez y pasara después por las cocinas del hotel Villa Magna en Madrid, abre nuevo negocio que es dos a la vez y en el que da rienda suelta a sus investigaciones, experimentos y creaciones. ¿Dónde? En Collado Mediano, en la sierra capitalina.
El marco es único. El restaurante se llama El Invernadero porque hace honor a los vegetales que en él se trabajan de muy diversas formas y porque es, tal cual, el invernadero de La Torre Box Art Hotel, una casona que funde reminiscencias del siglo XIX con interiorismo y servicios del XXI, una mezcla entre refugio de ensueño, SPA y galería de arte. Enmarcadas en la sierra madrileña, sus siete habitaciones atendidas con exquisito trato familiar suponen la perfecta escapada para desconectar.
No nos extraña que el cocinero haya elegido tal escenario para sorprendernos. De su huerto propio trae “el rey de los vegetales” muchos ingredientes para su cocina de vanguardia con el verde como pilar. El Invernadero es su restaurante gastronómico en el que degustar y aprender con un menú (#Vegetalia) de treinta y cinco bocados en veintiocho pasos que cambia a diario y que contiene otros tantos súper alimentos, por lo que De la Calle asegura que no hace falta proteína animal. No obstante, también deja patente que no es un lugar para vegetarianos o veganos: «Eso es una ideología y no una opción gastronómica».
La extensa propuesta arranca con una cerveza propia a base de aloe vera y se acompaña después con un maridaje opcional de licuados naturales o de vinos y sakes. Aquí, para quienes aún no le conozcan, es fácil hacerse a la idea del encomiable trabajo de Rodrigo y de su estupendo y joven equipo que, más allá de gustos, sobrepasa las fronteras de los fogones para entrar en bibliotecas y laboratorios.
Como añadido, ha abierto también las puertas de un bistró más casual en el mismo lugar con una carta en la que sigue primando el cuidado por el producto, eso siempre, sean verduras, arroces, legumbres o carnes de las montañas cercanas. Ahora que la primavera bulle, qué mejor que pensar en verde y rendirle un homenaje con 48 horas de saludable retiro gastronómico y de ocio en las faldas de Guadarrama.
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