Junto al museo.

Cuando cae la noche, El Mirador del Thyssen abre sus puertas para que cenar sea un placer.

En el ático del museo hay un lugar especial. Porque el Thyssen alberga infinidad de joyas artísticas en su interior y propone otra experiencia placentera: la de cenar con calma de la mano del Antiguo Convento Catering. Solo durante las noches de verano. Como un sueño.

Hasta finales de septiembre, en un ambiente elegante con agradables vistas del jardín del museo, se degustan las especialidades chef Daniel Napal, amante de la tradición  mediterránea y de los guiños internacionales.

Carpaccio de langostinos y carabineros con aceite de erizos, arroz cremoso de gambón, melón y jamón; hamburguesa de pato con peras caramelizadas a la pimienta de Sechuán; o atún rojo en salsa teriyaki y pesto de fresas, son algunas de las propuestas. Para concluir, refrescantes postres caseros como el pastel de piña colada con su helado. Y de principio a fin, una cuidada selección de vinos procedentes de las principales D.O españolas.

Esta temporada, además, se puede disfrutar de otro espacio más informal. Son las llamadas Terrazas del Thyssen, con picoteo y coctelería. Diseñadas en tres alturas sobre la explanada de entrada a la pinacoteca, apuestan por un estilo ibicenco y música tranquila. Junto al museo, se come, se ríe y se vive el verano madrileño.

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