Él trajo la moda.

Diurno, que introdujo la fórmula de los multiespacios, cumple diez años.

Las modas llegan y se van. Algunas vuelven y solo unas pocas permanecen. Hace unos años, 4 ó 5, fue el momento de los multiespacios. Como Diurno, que nos acostumbró a tomar algo, llevarlo para disfrutar donde más nos apeteciera y, de paso, alquilar una peli. Hoy, como ayer, es decir, diez años, no ha variado su propuesta, pero sí ha mejorado. Y el público sigue enganchado.

Diurno sorprendió. Lo hizo por su estética minimalista y en cierta medida industrial (otra moda, que sí pasó) y, ante todo, porque en una sola dirección la oferta era triple. Era a la manera de otras capitales europeas y americanas. Nos acostumbró (y no fue difícil) a sentarnos con calma y una amplia selección de prensa, a tomar un buen café o infusión –con una excelente variedad- y algo dulce o salado, cocinados allí. Si las prisas o la ocasión no lo hacía posible, siempre se podía recurrir a la estantería de take away con ensaladas, yogures, macedonia y mucho más. Y sí, los cinéfilos aquí encontraron un ingente e interesante archivo audiovisual.

Hoy como ayer, la fórmula, que tan bien funciona, presenta novedades. Como el interiorismo, ahora más cálido, la cocina non stop, el brunch del sábado y domingo, las cenas a partir de las 00.00 horas, y una carta con bocados ricos. Tanto como las berenjenas fritas con miel de caña, el ceviche acapulqueño de camarón y corvina, los tacos de salmón marinado y patata asada con crema agria o el filet mignon de solomillo con patatas belgas. ¿Hamburguesas? Claro, la imperial de ternera gallega con queso emmental, havarti y pimienta verde.

Hay cosas que no pueden –ni deben-cambiar. Felicidades, Diurno.

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